jueves, 20 de octubre de 2011

TERRITORIOS DE MISIÓN. AGUSTINOS RECOLETOS






La orden de Agustinos Recoletos es misionera desde su nacimiento. En la actualidad, es la responsable de la evangelización en 8 territorios de misión, ubicados en 7 países diferentes, que son:


Prelatura de Lábrea en Brasil
Aceptada por la Orden: 8 de Agosto de1925. Atendida por la provincia de San Nicolás desde 19.11.1979. Anteriormente perteneció a las provincias de Santo Tomás (1925-1960) y Santa Rita (1960–1979). 

Extensión: 230.240 Km2. 
Población: 78.832 habitantes. 
3 Comunidades OAR: Lábrea, Pauiní y Tapauá. 
Agustinos recoletos: 7 y el obispo. 
Clero diocesano: 2 sacerdotes y 1 diácono. 
Obispo: Mons. Jesús Moraza, OAR.

Prelatura de Marajó en Brasil
Asumida por al Orden: 19 de Octubre de 1930.
Atendida por la provincia de Santo Tomás de Villanueva. 

Extensión: 105.000 Km2. 
Población: 260.000 habitantes. 
4 Comunidades OAR: Salvaterra, Breves, Portel y Afuá. 
Agustinos recoletos: 11 y el obispo. 
Clero local: 5 sacerdotes y un diácono. 
Obispo: Mons. José Luís Azcona, OAR.
Vicariato de Trinidad en Colombia
Aceptada por la Orden: 8 de Agosto de 1925. Atendida por la provincia de La Candelaria. El 27 de octubre de 2000 fue dividido en dos jurisdicciones: la diócesis de Yopal y el Vicariato de Trinidad, este último sigue siendo atendido por los Agustinos Recoletos. 

Vicariato de Trinidad: 27.075 Km2. 
Población: 65.000 habitantes. 
4 Comunidades OAR: Trinidad, Orocué, Maní y Bocas del Pauto. 
Agustinos recoletos: 11 y el obispo. 
Clero local: 3 sacerdotes.
Obispo: Mons. Javier Pizarro, OAR.

Diócesis de Shangqiu en China
Encomendada a la Orden: 15 de Septiembre de1923. La misión fue creada Vicariato apostólico en 1937. Declarada diócesis: 11.4.1946. Atendida por la provincia de San Nicolás de Tolentino. 

Extensión: 8.500 Km2. 
Población: 2.500.000 habitantes. Católicos 20.000. 
3 Comunidades OAR, (incluida la de Hezé, 4 religiosos) 
Agustinos recoletos: 15 y el obispo. 
Clero local: 1 sacerdote. 
Obispo: Mons. Nicolás She, OAR.

Prelatura de Bocas del Toro en Panamá
Asumida por al Orden: 29 de Febrero de 1964. Atendida por la provincia de Ntra. Señora de la Consolación. 

Extensión: 8.115 Km2. 
Población: 123.567 habitantes. 
5 Comunidades OAR: Bocas del Toro, Almirante, Changuinola, Canquintú y Chiriquí Grande. 
Número de agustinos recoletos: 11 y el obispo. 
No hay sacerdotes diocesanos. 
Obispo: Mons. José Agustín Ganuza, OAR.

Prelatura de Chota en Perú
Asumida por al Orden: 7 de Julio de 1963. Atendida por la provincia de San José. 

Extensión: 6.823 Km2. 
Población: 337.000 habitantes. 
1 Comunidad OAR: Parroquia Santa Mónica. 
Agustinos recoletos: 4 y el obispo. 
Clero local: 22 sacerdotes. 
Obispo: Mons. Fortunato Pablo, OAR.

Kaohsiung en Taiwán
Se incorporaron los agustinos recoletos en 1963. 

Extensión de la diócesis 5.723 km2. 
Población 3.649.083 hab. 
Católicos: 47.425. 
Provincia de San Nicolás: 1 comunidad con 5 religiosos. Atienden 2 parroquias: San Nicolás y Santa Cruz en Taliao (Condado de Kaohsiung) 
Provincia de San Ezequiel (1998): Una comunidad con 4 religiosos. Atienden 3 parroquias: San Agustín en Linyuan (Condado de Kaohsiung) y Santa Cruz y San José en Santimen (Condado de Pingtung). 
Sacerdotes en la diócesis: 86 (18 diocesanos, 68 religiosos). 
Obispo: Mons. Liu Zhongzhen.

Misión de Kamabai en Sierra Leona
Asumida por los agustinos recoletos: 14 de enero de 1997. Los religiosos tuvieron que abandonar varias veces la misión por la guerra civil. Salieron todos el 24 de diciembre de1998. Volvieron a Kamabai el 8 de abril de 2004. Atendida por la provincia de San Ezequiel Moreno desde el 28 de noviembre de 1998 Antes fue atendida por la provincia de San Nicolás (1997-1998). 

Extensión de Kamabai: aprox. 150 Km2. 
Población: aprox. 15.000 hab. 
Católicos: unos 4.000. 
Pertenece a la diócesis de Makeni (Superficie: 36.075 Km2; población: 1.900.000 hab; católicos 32.000) 
2 Comunidades OAR. 
Agustinos recoletos: 5. 
Clero de la diócesis de Makeni: 28 sacerdotes. 
Obispo de Makeni: Mons. Giorgio Biguzzi, SX.

miércoles, 19 de octubre de 2011


ESTATUTO DE MISIONES AGUSTINO-RECOLETO

PRESENTACIÓN
1. El actual Estatuto de Misiones OAR obedece a un largo y sentido anhelo de toda la Orden1
y al clamor e insistencia de la Iglesia en su afán evangelizador de los tiempos presentes2.
Este Estatuto asume las palabras y la vida con que Jesús revela inequívocamente el
alcance universal de la misión que el Padre le ha encomendado3. Y quiere encarnar el
espíritu de la carta magna de la misión cristiana, que es el libro de los Hechos de los
Apóstoles, en cuyo comienzo se lee: “Y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y
Samaria, y hasta los confines de la tierra”4.
2. La Orden, consciente de su ser, tradición y herencia, desea vivamente recrear su espíritu
misionero e impregnar, con renovado ardor, el ansia evangelizadora que asume hoy como
respuesta al clamor que la Iglesia lanza a sus religiosos ante los desafíos que la historia
actual pone a la actividad misionera y a la nueva evangelización5.
3. Ahora bien, el carácter de la actividad misionera ejercida por los Agustinos Recoletos
reclama que se comprenda en su riqueza teológica y se realice conforme a la legislación
eclesiástica: la primera valora la raíz trinitaria de la misión, el sustrato comunitario en que
se cultiva, el impulso agustiniano que la anima6, el cuidado pastoral que ha de prestarse a
quienes la ejercen y el mundo al que se debe. La segunda tiene en cuenta las relaciones
con otros responsables y agentes de la pastoral misionera de la Iglesia local. De ahí, la
pluralidad de aspectos del apostolado misional, que este documento pasa a proponer a la
consideración de los hermanos.
4. Y puesto que las comunidades agustino-recoletas, además de ser realidades vivas y, en
cuanto tales, creadoras, viven en sociedades aceleradamente cambiantes, ningún escrito
puede pretender haber dicho la última palabra sobre las esperanzas y sufrimientos de los
hombres. Por consiguiente, lo que este documento propone necesita ser actualizado cada
cierto tiempo.
FUNDAMENTACIÓN DOCTRINAL
5. El origen divino y la dimensión trinitaria le confieren a la Iglesia características peculiares:
querida por Dios Padre, ha brotado del costado abierto de su Hijo y se consolida por la
presencia y acción perenne del Espíritu Santo hasta que llegue a la consumación definitiva

en la plenitud de los tiempos7. Enviada por Dios a las gentes para ser “sacramento
universal de salvación”8, la Iglesia “es toda ella misionera, y la obra de la evangelización es
deber fundamental del Pueblo de Dios”9. A dicha tarea la Iglesia, sustentada, vivificada y
fortalecida por el Espíritu Santo, que es “el protagonista principal de la misión”10, se siente
llamada con mayor urgencia en el actual orden de cosas.
6. A los institutos religiosos, que “han tenido hasta ahora y siguen teniendo la mayor parte en
la evangelización del mundo”11, el Concilio “les exhorta a que sigan sin desfallecer con la
obra comenzada”12, y a que conserven “íntegramente el espíritu misionero, adaptándolo,
según el carácter de cada instituto, a las condiciones actuales, de suerte que se torne más
eficaz la predicación del evangelio a todas las naciones”13.
7. El Espíritu Santo, por medio de sus inspiraciones, mociones, dones y carismas, ha
suscitado, en y para la Iglesia, la Orden de Agustinos Recoletos. Su nacimiento e identidad
carismática no tiene otro fin que contribuir con su peculiar don a la misión salvífica de la
Iglesia: “Creemos que nuestro carisma sigue vigente como inspiración para vivir y
proclamar en el mundo de hoy el evangelio de Jesús”14.
CARÁCTER MISIONAL DE LA ORDEN
8. Nuestra Orden, como parte que es de la Iglesia, es misionera por naturaleza15. Y lo es
también “por tradición y derecho de herencia”16. San Agustín, cuya vida, como la de Jesús
y Pablo, fue vivir para los demás17, manifiesta su oblación en escritos y sermones, y anima
a otros a hacer lo mismo18. Sus palabras difunden por todas partes la fragancia del
conocimiento del Mesías19, y estimulan a sus frailes a abrir, como él, su corazón a las
dimensiones del mundo. Quiere seguir asumiendo con gusto y entusiasmo la actual
llamada evangelizadora de la Iglesia y perpetuar así su larga y bendecida historia misional.
Esta fidelidad ha hecho fecunda la vida misionera de nuestra Orden a través de la
historia20. Sus numerosos religiosos que la han enriquecido con admirables testimonios,
incluido el martirio, constituyen motivo de agradecimiento a Dios y estímulo para las
generaciones presentes y futuras21. El carisma de la Orden hace al religioso un apóstol
generoso y eficaz, porque lleva dentro de sí el amor, cuya esencia es dar y comunicar, cuyo
impulso natural es extenderse entre los semejantes para robarlos a todos para Dios, para
Cristo22.
9. Nuestros religiosos, apenas unos años después del nacimiento de la Recolección,
impulsados por la fuerza del Espíritu y a ejemplo del celo pastoral que animaba a nuestro
Padre en el servicio de la Iglesia, desplegaron con inusitada fuerza su acción
evangelizadora en Asia y América. Más aún: en tiempos de crisis, persecución y casi
extinción, fueron las misiones instrumento providencial de salvación desde donde resurgió
la Orden con nuevo ardor misionero. Filipinas, Japón, Casanare, Chepo y Darién, Tumaco,
China, Taiwan, Lábrea, Marajó, Chota, Bocas del Toro, Madera, Sarapiquí, Sierra Leona…
son nombres que resuenan en nuestros oídos cargados de historia misionera. En las
misiones se santificaron santa Magdalena de Nagasaki y san Ezequiel Moreno, los dos
únicos recoletos canonizados, así como nueve de nuestros once beatos: Francisco de
Jesús, Vicente de San Antonio, Martín de San Nicolás, Melchor de san Agustín, Vicente
Soler, León Inchausti, José Rada, Vicente Pinilla y Julián Moreno. Y en las misiones
brotaron dos de las tres comunidades de agustinas recoletas de vida activa que hoy
comparten nuestro carisma.
10. Nuestra Orden se empeña en aquellos pueblos, grupos humanos y contextos socioculturales
que todavía no creen en Cristo, que están alejados de Cristo y entre los cuales la
Iglesia no ha arraigado todavía23, y cuya cultura no ha sido influenciada aún por el
evangelio24. En esos ámbitos de la misión, la actividad misionera de la Orden debe
consistir en llevar el primer anuncio evangélico a los no cristianos25; en buscar constituir e
implantar una Iglesia local auto-suficiente, y en empeñarse por ir realizando una profunda
inculturación del evangelio promoviendo los valores del reino26.
11. Todos los religiosos de la Orden han de estar dispuestos a ejercer su apostolado en las
misiones. Aquellos que se sientan especialmente llamados a este ministerio ofrézcanse
voluntarios a sus superiores. Y para fomentar el crecimiento de la obra misionera e
integración del misionero en la comunidad religiosa a él asignada, procúrese que la
estancia de éste en la misión revista cierta estabilidad27.
IDENTIDAD DEL MISIONERO AGUSTINO RECOLETO
12. En virtud de nuestra específica consagración como Agustinos Recoletos, las misiones
encomendadas a nosotros por la Iglesia deben llevar la impronta específica de nuestro
origen fundacional: en ellas deben resplandecer el anhelo contemplativo, la dimensión
comunitaria y fraterna, el fervor apostólico, fruto del amor difusivo de la caridad, y las
observancias peculiares expresadas y vividas por nuestros mayores28.
Espiritualidad
13. Como la santidad es “presupuesto fundamental y una condición insustituible para realizar la
misión salvífica de la Iglesia”29, el misionero agustino recoleto debe dejarse guiar por el
Espíritu, encarnar el misterio de Cristo y amar a la Iglesia y a los hombres.
14. La espiritualidad misionera del agustino recoleto se concreta, entre otras cosas, en los
siguientes rasgos:
* Es un hombre que ama a Dios sin condición, viviendo en comunidad de hermanos30, que
escucha la Palabra de Dios31, que conversa continuamente con Cristo32, y "es apóstol
generoso y eficaz, porque lleva dentro de sí el amor, cuya esencia es dar y comunicar, cuyo
impulso natural es extenderse entre los semejantes para robarlos a todos para Dios, para
Cristo"33, especialmente a los más pobres y necesitados34.
* Es un hombre de seguimiento radical de Cristo, que "es la regla suprema y el camino que
hay que seguir según el evangelio y dentro de la Iglesia"35.
* Es un hombre enamorado del reino36 a estilo de Cristo que vino a anunciarlo y llevarlo a
plenitud.
* Es un hombre enviado. “Como el Padre me envió, también yo os envío”37.
* Es un hombre fraterno y de rica interioridad, conocimiento vital y profundo de Dios y
autoconocimiento y aceptación personal, que es llamado a ser, en la sociedad actual,
pedagogo de interioridad, constructor de comunidad y solidario con los hermanos. Amante del
diálogo, vive en la sencillez y comprensión.
* Es un hombre revestido de audacia y espíritu de universalidad como Jesús, que sale de la
comodidad de las orillas para vivir el evangelio en tierra extraña. “Vayamos a otra parte, a los
pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido”38. Así nos lo
enseña el propio Cristo, “el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual
a Dios, sino que se despojó de sí mismo…”39.
* Es un hombre impregnado de amor a María, que permaneció fiel e intensamente agradecida
a la acción de Dios en su vida, proclamando así la supremacía del reino a través de toda su
existencia. Por ello, si la piedad a María es auténtica, “anima siempre a orientar la propia vida
según el espíritu y los valores del Evangelio”40.
* Es un hombre abierto a la realidad que le toca vivir acomodándose a todos los tiempos y a
todos los hombres41, dispuesto a recibir y dar, escuchar, preguntar y compartir; dejarse
evangelizar; aceptar sus limitaciones, buscar a Dios en todo y en todos, y mantener el espíritu
comunitario y de pertenencia a la orden y comunidad que le envió.
15. Los misioneros tengan en gran estima y observen la vida común, formando una familia
congregada en nombre del Señor, de acuerdo con el carisma de la Orden. “No viva
habitualmente un solo religioso en ningún centro misional sino que, en cuanto sea posible,
moren tres religiosos por lo menos, para salvaguardar así la vida común e irradiar más
eficazmente la acción pastoral”42.
16. Procure el superior urgir el cumplimiento de las obligaciones de la vida religiosa, insistiendo
principalmente en la asistencia a los retiros anuales y en las observancias peculiares que
nos recuerdan las Constituciones, para conseguir la perfección de la caridad del misionero
y el bien espiritual de la misión43.
17. En espíritu de renovación y sentido de adaptación, elaboren nuestros misioneros el Ordo
Domesticus, teniendo en cuenta las condiciones del lugar y las exigencias del
apostolado44.
18. Por ello, toda la vida del misionero debe estar imbuida de espíritu apostólico, y toda la
acción apostólica informada de espíritu agustino recoleto45.
Formación
19. La fidelidad, vivencia y perseverancia generosa del misionero dependen, en gran parte, de
la formación espiritual, doctrinal y pastoral que se debe recibir en el período inicial de
formación y en los períodos posteriores de la vida apostólica.
20. Como preparación inmediata al trabajo misional, proporcióneseles a los futuros misioneros
la oportunidad de aprender el manejo siquiera elemental de la lengua del país donde
trabajarán, y la de comprender la situación socio-política de éste, así como su cultura,
historia y tradición. Esto facilitará tanto su inserción personal como la inculturación del
evangelio46.
Además, cúidese en quienes han de ser enviados para la misión, el aprendizaje de unos
rudimentos básicos y su formación práctica en alguna manualidad útil para la misión.
Instrúyanse también en el recto uso y administración de los bienes tanto de la misión como
los propios de la Orden.
21. La evangelización no puede prescindir, hoy en día, de los medios de comunicación social,
por lo que, en la formación pastoral47, “se debe procurar que algunos de los misioneros
sean formados para usar los medios técnicos y de comunicación social, pues por su gran
importancia para la formación y la cultura, contribuyen en gran manera a la acción pastoral
de la Iglesia”48.
22. La formación espiritual, doctrinal y pastoral debe continuar durante toda la vida y
fortalecerse en períodos especiales: “los superiores reúnan en tiempos determinados a los
misioneros para que éstos se vigoricen en la esperanza de la vocación y se renueven en el
ministerio apostólico”49. Cada religioso busque la manera de participar en los congresos y
encuentros misioneros organizados por la Orden y la provincia para mantener y avivar su
formación y espíritu misioneros.
Es muy conveniente que algunos, después de cierto tiempo de experiencia pastoral en la
misión, sean destinados a estudios de especialización en institutos apropiados50.
ACTIVIDAD MISIONAL
Evangelización: Testimonio y Anuncio
evangelización y apremio para implantar el reino de Dios entre los hombres52. Así pues,
“los misioneros vivan íntegramente, según el carisma de la Orden, la perfección evangélica
que profesan, persuadidos de que ésta es la mejor forma de apostolado ante las gentes y
prenda incomparable de espiritual fecundidad”53.
24. “El anuncio tiene la prioridad permanente en la misión”
54. Al testimonio, al que
repetidamente alude la Iglesia, debe seguir la proclamación valerosa de una predicación
viva55 que “tiene su fundamento en la potencia de Dios”56. “Sí, siempre es indispensable
la predicación, la proclamación verbal del mensaje”57. La Iglesia no puede renunciar jamás
a la proclamación salvadora que Cristo mismo encarna con su muerte y resurrección.
Implantación de la Iglesia local
25. Con ayuda de los medios adecuados, los misioneros agustinos recoletos, identificados con
Cristo y sintiéndose vinculados a su misión de enviados del Padre, edifiquen una Iglesia
local auto-suficiente58, con su vida ejemplar, con su caridad y con el ministerio de la
Palabra, buscando ser “un solo corazón y una sola alma”59. En comunión con los pastores
contribuyan al misterio de la salvación60.
26. La implantación de la Iglesia local tiene comienzo y desarrollo gradual61 y conlleva todo un
proceso de crecimiento por etapas sucesivas. Por lo tanto, se debe instaurar en todas
nuestras misiones una pastoral propia de catecumenado, no sólo en lo que se refiere a la
exposición de los dogmas y preceptos, sino también al ejercicio de las costumbres
evangélicas y la práctica de los ritos sagrados, señalando el camino para que los
catecúmenos “sean introducidos en la vida de la fe, de la liturgia, y de la caridad del Pueblo
de Dios”62.
27. Para dar mayor impulso a la propagación de la fe y de la Iglesia, sírvanse de catequistas
nativos, animándolos y preparándolos a la acción misional. Los más idóneos podrían ser
instituidos de forma estable en los ministerios eclesiales de lector y acólito e incluso ser
llamados a ejercer el orden del diaconado permanente63. Y para atender a una formación
religiosa y pastoral más completa, organícense cursos y ábranse escuelas de religión o
catequética.
La misión evangelizadora de la Iglesia se enriquece de enorme potencialidad, si da cabida
en su seno al pluriforme servicio de otros ministerios laicales, tales como animadores de la
oración y del canto, cristianos consagrados a la proclamación de la palabra o a la asistencia
a los enfermos, ministros extraordinarios de la sagrada comunión, líderes de las pequeñas
comunidades o responsables de diversos movimientos apostólicos, cuyo ejemplo e
irradiación prestan una valiosa vitalidad y estimulan el crecimiento de la comunidad
28. Para configurar la Iglesia y lograr una cooperación más eficaz con la jerarquía, es necesario
promover cristianos laicos que, con una adecuada formación, con madurez y serios
compromisos pastorales, trabajen para conseguir el crecimiento y desarrollo de la fe en la
Iglesia local65.
29. Como el fin principal de la acción misionera es la implantación de la Iglesia local, tengan los
misioneros sumo empeño en suscitar vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada66.
Por su contribución preclara a la edificación del Cuerpo de Cristo y su estima aun en las
religiones no cristianas, es muy loable que nuestros misioneros contribuyan a establecer
institutos de vida contemplativa en la Iglesia local67. Y recuerden que el testimonio de su
propia vida es una invitación a abrazar la vida religiosa68.
30. Toda comunidad misionera agustino-recoleta debe adoptar las medidas necesarias para
dar a conocer, erigir, asesorar y animar en ella la fraternidad seglar agustino-recoleta69.
Ella puede ser escuela de formación y eficaz impulsora de la actividad misional.
PROMOCIÓN INTEGRAL DEL HOMBRE
31. El Espíritu Santo, como hizo con Jesús, impulsa a la Iglesia local a conocer de cerca70, a
respetar y amar a las personas entre las que vive. Y consiguientemente, a considerar su
cultura y problemas como lugares teológicos donde el Padre deja oír su Palabra, y la
comunidad eclesial ejerce la evangelización y promueve el desarrollo integral de las
personas mediante la inculturación de la fe71.
Siempre ha de tenerse muy en cuenta la estrecha conexión que existe entre el mensaje
liberador y la promoción del hombre, según se desprende de las enseñanzas evangélicas,
de modo que ni aquél se reduzca a iniciativas meramente políticas o sociales, ni ésta olvide
los principios iluminadores que facilitan el auténtico crecimiento del hombre72.
32. Los misioneros, sabiendo que el amor es “la fuerza y criterio de la misión”73 y que la
“Iglesia, para cumplir la misión que Cristo le ha encomendado, ha de proyectarse hacia
situaciones y hacia hombres concretos”74, deben empeñarse en todas las obras benéficosociales
que contribuyan al desarrollo integral de los hombres y mujeres a los cuales
evangelizan. Entre esas actividades, se deben cuidar especialmente las que se refieren a la
defensa de la vida, la salud, el trabajo, la protección de la familia y la educación, ya que son
unos instrumentos privilegiados de apostolado75.
33. Los misioneros contribuyan a difundir cada vez más el reino de la justicia y de la caridad
educando a los fieles en la doctrina social de la Iglesia, opten por acompañar
preferentemente a los pobres y más necesitados y “cooperen con espíritu de concordia y
mutua caridad con las autoridades civiles, pero de ningún modo pacten con injusticias, ni se
mezclen con asuntos puramente políticos o en intereses de partido que puedan impedir o
incluso anular su ministerio”76.
Inculturación
34. “Al desarrollar su actividad misionera entre todas las gentes, la Iglesia encuentra diversas
culturas y se ve comprometida en el proceso de inculturación”77; por eso, los misioneros
agustinos recoletos deben cuidar de no presentar el evangelio como el medio para ir
haciendo desaparecer antiguas creencias y costumbres, sino como la sublimación de
cuanto existe de bueno en las mismas y como germen de unidad y de paz entre los
pueblos78.
35. Estímense en mucho las diversas manifestaciones de la religiosidad popular, que, entre
otros valores, refleja la sed de Dios de los pobres y sencillos, y contiene en sus culturas “las
semillas del Verbo”. Traten los misioneros, con paciencia, caridad pastoral y una sabia
pedagogía evangelizadora, de percibir sus riquezas interiores, orientarlas para evitar
desviaciones, y entenderlas como un camino especial que lleva al verdadero encuentro con
Dios en Jesucristo79.
36. Siendo el principal medio de comunicación el trato directo con el pueblo80, deben los
misioneros integrarse en el grupo humano en el que viven, estimar la cultura y el patrimonio
de las gentes entre las que trabajan, adaptarse generosamente a las costumbres y
condiciones de los pueblos, participando en los diversos asuntos y relaciones de la vida
humana y familiarizándose con sus tradiciones nacionales y religiosas81.
37. Sería de desear que, para mejor adaptar la predicación misionera a la mentalidad de los
pueblos que se evangeliza, hubiese en cada región un centro informativo para facilitar a los
misioneros los conocimientos necesarios sobre la historia, sociología y religión de esos
mismos pueblos82. Téngase especial cuidado en que exista en ese centro un servicio
bibliográfico sobre las cuestiones ecuménicas y las religiones del entorno.
Diálogo Ecuménico e Interreligioso
38. En la actividad misionera la Iglesia tiene conciencia de su unidad y de su identidad83. La
búsqueda de la unidad con las distintas confesiones cristianas y religiones no cristianas
constituye uno de los aspectos más característicos de la historia cristiana
contemporánea84.
Por tanto, atentos a los signos de los tiempos, los misioneros deben participar con la
oración, la palabra y la acción en las iniciativas ecuménicas y diálogo interreligioso, para
que todos los hombres lleguen a formar un solo rebaño bajo un solo Pastor85.
Medios de Comunicación
39. La misión tiene hoy nuevos areópagos que han adquirido capacidad de difusión universal.
De ellos deben servirse los misioneros para mayor y más eficaz irradiación del evangelio.
A
los medios de comunicación social ha de llegar la presencia eficaz del evangelio y ellos
mismos deben ser usados en provecho de la evangelización86.
COOPERACIÓN Y ANIMACIÓN MISIONERA
40. “Es necesaria una radical conversión de la mentalidad para hacerse misioneros, y esto vale
tanto para las personas como para las comunidades”87. La toma de conciencia sobre la
propia responsabilidad misionera en el tiempo actual, de parte de personas, instituciones y
comunidades, depende de una profunda renovación interior, que debe traducirse en la
Orden en convicciones, decisiones y compromisos concretos.
41. Todas las comunidades de Agustinos Recoletos deben promover las iniciativas que
estimulen la conciencia misionera; para ello, promuevan jornadas de reflexión, paraliturgias
misionales mensuales y la celebración del día anual de las misiones88. A través de los
medios de comunicación social den a conocer la vida, trabajos, sufrimientos y proyectos de
nuestros misioneros.
"La cooperación misionera se expresará principalmente en la promoción de las vocaciones
misioneras que constituyen un elemento indispensable. La promoción de las vocaciones
misioneras representa el corazón de toda cooperación misionera"89.
42. Incumbe a cada comunidad agustino-recoleta, principalmente a las dedicadas al ministerio
de la formación, suscitar las vocaciones misioneras e incentivar entre los jóvenes la
inquietud por las misiones, ser para sí y para la Iglesia local de la que es miembro, un
centro de animación y espiritualidad misionera. Mediante este servicio la comunidad vive su
carisma y ayuda al Pueblo de Dios a enriquecer su fe90.
43. Inmensas posibilidades se abren a la misión con la participación dinámica, constante e
incisiva del apostolado laical91; para ello se ha de promover su formación y unirlo a
nuestros trabajos apostólicos; es deseable que se constituyan voluntariados con carácter
asociativo, lo cual redundará en bien de la misión92.
44. Los misioneros agustinos recoletos pidan al Padre que mande obreros a su mies y
despierte la conciencia misionera en la Iglesia local, en la que trabajan. Recuerden que
ejercen su ministerio también enviando información y comentarios, tanto a las
publicaciones de la Orden como a otros medios eclesiales de animación misionera93.
45. Como expresión de la universalidad de la misión salvífica de la Iglesia94 y en comunión de
caridad, nuestra Orden ha de favorecer la cooperación interprovincial, facilitando el envío
de misioneros cualificados y de diversa nacionalidad que ayuden a implantar el mensaje
evangélico en los lugares de misión de las provincias más necesitadas95. Enseña la
experiencia que así se engrandece la posibilidad de la inculturación de la comunidad
misionera.

46. Créense nuevas relaciones de cooperación y fortalézcanse los vínculos de fraternidad ya
existentes con nuestras hermanas agustinas recoletas, especialmente en el campo del
apostolado misionero y la promoción vocacional96.
GOBIERNO
47. “El prior provincial establezca en cada territorio de misión un superior religioso, dotado de
todas las facultades necesarias o útiles para ejercer el gobierno. Igualmente, nómbrese un
superior en cada centro misional”97. Haya entre ellos una frecuente y fraterna
comunicación.
48. Al obispo, como rector y centro de unidad, le compete custodiar la fidelidad a la vocación
religiosa98 y a él están sometidos los religiosos en el ejercicio del apostolado99. Asimismo,
colaboren los misioneros generosamente con los sacerdotes seculares y comunidades
religiosas que trabajan en la misión100.
49. En todas nuestras misiones deben establecerse convenios escritos, que favorezcan la
aceptación recíproca y la comunión fraterna entre la Orden y la Iglesia local101, y regulen
las relaciones entre la primera y los obispos. Para asegurar una colaboración continua y
fructuosa entre las dos partes, detállense cuidadosamente en dichos convenios los
derechos y obligaciones de ambas partes en las esferas carismática, pastoral y económica.
Estos convenios determinen en particular lo referente al número de misioneros, sustento,
viajes, asistencia médica y otros asuntos.
50. Pertenecen a la Orden las propiedades adquiridas con fondos propios y las que los
misioneros obtengan con su propio trabajo102, salvo que el convenio acuerde otra cosa.
Asimismo pertenecen a la Orden los bienes que le regalen, pues siempre se ha de salvar la
voluntad del donante. De la misión es, en cambio, lo que ella adquiera con fondos cuyo
propietario no es la Orden.
Para mayor claridad, esfuércense los religiosos por orientar la voluntad del donante, de
modo que quede suficientemente clara, y los bienes y limosnas se destinen a la finalidad
que se busca103.
51. Compete al Prior General y su Consejo, asesorados por el secretariado general de
apostolado, la revisión y actualización del presente Estatuto.
52. Vigilen los superiores el cumplimiento de estas disposiciones, y no sean fáciles a la
concesión de dispensas.
Encomendamos a la maternal y consoladora presencia de María, Reina de los Apóstoles y
Estrella de la Evangelización, este renovado deseo de servicio a la Iglesia.

Bibliografía:

1 “Encarga el 49º Capítulo General al Prior General con su Consejo que elabore unos Estatutos Generales de Misiones

debidamente actualizados”, en Acta Ordinis Augustinianorum Recollectorum 18-19 (1980) 253. El Secretariado General de

Apostolado fue elaborando durante los años 1981-1982 el material básico. El Consejo General en sesión del 14 de junio

de 1983 los aprobó con carácter experimental. Posteriormente, el Capítulo General del 1986 expresó: “Complacido con

la publicación de los Estatutos Generales de las Misiones, el Capítulo encarece su estudio y cumplimiento y urge que,

en su aspecto práctico, se completen convenientemente…” AO 21 (1986) 35. La necesidad de su definitiva redacción y

aprobación vuelve a ser expresada por los dos últimos Capítulos Generales en sus ordenaciones 18 y 15.1,

respectivamente, AO 27 (1992) 363, y AO 34, (1999).

2 “La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse. A finales del segundo milenio

después de su venida, una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos

y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio”, RM 1.

3 “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes”, Mt 28, 19a. “Id por todo el mundo y proclamad la buena nueva a

toda la creación,” Mc 16, 15b.

4 Hch 1, 8b. El Padre Mariano Gazpio (1899-1989), hombre de Dios y misionero en China, formador de frailes y

conocedor amoroso de las Escrituras, decía de él que era el mejor libro de misionología.

5 RM 69 y VC 81.

6 Cf. Francisco Moriones, “Carácter Apostólico del carisma agustiniano”, Espiritualidad Agustino-Recoleta, III, Madrid

1993.

7 Jn 19, 34; LG 2-6.

8 AG 1, LG 48b, EN 14, RM 9.

9 AG 35; VC 9b; EN 14; Eccl. in Asia 42; CL 23; RM 3; Const. 289.

10 D et V 42; RM 21 y 24; Eccl. in Asia 17.

11 AG 40; RM 69; Carta Apostólica “Los caminos del evangelio”, n°. 24; CIC, c. 783.

12 AG 40.

13 PC 20; AG 40.

14 51º Capítulo General, “Mensaje del Capítulo General”, AO 27 (1992) 347.

15 AG 2 y 6.

16 Const. 290.

17 2 Cor 5, 14-15; Conf. 10, 70; En. in ps. 103 s. 1, 16: PL 37, 1349; cf. Jesús DIEZ., “Dimensión misionera del carisma

agustino recoleto”, en Recollectio 15 (1992) 5-24.

18 Cf. Victorino CAPANAGA: “Algunos aspectos misionales de la antropología agustiniana”, en Contribución Española a

una Misionología Agustiniana, Burgos 1955, 119-127; Serafín PRADO: “El tema misional en la predicación de san

Agustín”, Ib. 101-110; FLORES, R.: “Condiciones y sentido de la teología misionera de san Agustín”, Ib. 128-139.

19 2 Cor 2, 14.

20 RM 69; VC 19d; Const. 290.

21 Const. 7.

22 Ser 90, en Obras completas de san Agustín. Vol X: Sermones (BAC 441), Madrid (1983) 577-591; Const. 23.

23 AG 6c; RM 34.

24 EN 18-20; RM 34. 37-38.

25 RM 37.

26 AG 6, nota 17; Const 290.

27 RM 65.

28 EN 69; VC 81; Const. 294-296.

29 LG 39-41; CL 17; RM 87-90

30 Const. 6, 14, 22.

31 PC 6b; VC 94; Const. 76.

32 Const. 11.

33 Const. 23.

34 Ex 3, 7-8; Const. 26, 46, 57.

35 Const. 10; Cf. 142.

36 Mt 13, 44-45; LG 9b; RM 12-15; Cf. Const. 289-290.

37 Jn 20, 21; VC 22c.

38 Mc 1, 38.

39 Fil 2, 7.

40 Eccl. in Am. 11.

41 Cf. Const. 22.

42 PC 15; ES 2, 25; Const. 295.

43 RM 90.

44 Const. 98.

45 PC 8.

46 RM 52-54.

47 Puebla 1964; Eccl. in Am. 72.

48 IM 13; AG 26; Const. 322.

49 AG 24.

50 AG 26.

51 RM 42; VC 33.

52 EN 69; CIC, c. 673.

53 EN 69; Const. 294.

54 EN 27; RM 65.

55 Rom 10, 14.17.

56 1 Cor 2, 5.

57 EN 22. 42.

58 RM 45. 49.

59 Hech 4, 32.

60 AG 24-25.

61 AG 6.

62 AG 14; EN 22; RM 49; Const. 298.

63 AG 17; CL 23; Eccl. in Am. 44; Eccl. in Af. 91; Eccl. in As. 22; CIC, c. 785.

64 EN 73; Instrucción sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles en el sagrado ministerio de los

sacerdotes, 1997, art. 5-13; Eccl. in Am. 44.

65 AG 21; Santo Domingo 103; RM 71-74; Eccl. in Afr. 90; Eccl. in As. 45; Const. 298.

66 AG 15-18; Eccl. in Am. 40; Eccl. in Af. 94; Const. 158.

67 AG 40; RM 69a; Eccl. in Asia 44.

68 AG 15, 18; PC 24; Const. 159.

69 52º Capitulo General 7, 2, b; 15, 3, a; Const. 114.

70 Jn 2, 25.

71 RM 54.

72 AG 12; EN 30-33; RM 59; Santo Domingo 107-109.

73 RM 60.

74 Puebla 74.

75 AG 12; Santo Domingo 75; VC 96; Eccl. in Afr. 102-103; Eccl. in Am. 71; Eccl. in As. 32-41.

76 GS 76; AG 11-12; 25-26; EN 20. 32. 35; Const. 299.

77 RM 52; Eccl. in Am. 70; Eccl. in Afr. 55-71.

78 AG 8-9; EN 79.

79 EN 48; Eccl. in Am. 16.

80 EN 46.

81 AG 11; Eccl. in As. 21-22; Const. 299.

82 AG 26.

83 AG 3.

84 EN 77.

85 UR 4; Const. 321.

86 IM 13-25; EN 45; VC 96; RM 37; C. 761; Eccl. in Am. 72; 52º Cap. Gen. 15, 3b.

87 RM 49.

88 CIC, c. 791, 3°.

89 RM 79.

90 VC 103.

91 CL 28.

92 CL 29.

93 Mt. 9, 38.

94 LG 13.

95 RM 66-67.

96 MR 50; VC 50-52.

97 Const. 300.

98 MR 28.

99 CIC, c. 678, §1.

100 AG 30; CD 35; MR 37; Const. 301.

101 AG 32; CIC, c. 790, §1,2; Cod. Adic. 302.

102 CIC, c. 668, §3.

103 CIC, c. 1267, §3.