ESTATUTO DE MISIONES AGUSTINO-RECOLETO
PRESENTACIÓN
1. El actual Estatuto
de Misiones OAR obedece a un largo y sentido anhelo de toda la Orden1
y al clamor e insistencia de la
Iglesia en su afán evangelizador de los tiempos presentes2.
Este Estatuto asume las palabras y la
vida con que Jesús revela inequívocamente el
alcance universal de la misión que el
Padre le ha encomendado3. Y quiere encarnar el
espíritu de la carta magna de la
misión cristiana, que es el libro de los Hechos de los
Apóstoles, en cuyo comienzo se lee: “Y
seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y
Samaria, y hasta los confines de la
tierra”4.
2. La Orden, consciente
de su ser, tradición y herencia, desea vivamente recrear su espíritu
misionero e impregnar, con renovado
ardor, el ansia evangelizadora que asume hoy como
respuesta al clamor que la Iglesia
lanza a sus religiosos ante los desafíos que la historia
actual pone a la actividad misionera y
a la nueva evangelización5.
3. Ahora bien, el
carácter de la actividad misionera ejercida por los Agustinos Recoletos
reclama que se comprenda en su riqueza
teológica y se realice conforme a la legislación
eclesiástica: la primera valora la
raíz trinitaria de la misión, el sustrato comunitario en que
se cultiva, el impulso agustiniano que
la anima6, el cuidado pastoral que ha de prestarse a
quienes la ejercen y el mundo al que
se debe. La segunda tiene en cuenta las relaciones
con otros responsables y agentes de la
pastoral misionera de la Iglesia local. De ahí, la
pluralidad de aspectos del apostolado
misional, que este documento pasa a proponer a la
consideración de los hermanos.
4. Y puesto que las
comunidades agustino-recoletas, además de ser realidades vivas y, en
cuanto tales, creadoras, viven en
sociedades aceleradamente cambiantes, ningún escrito
puede pretender haber dicho la última
palabra sobre las esperanzas y sufrimientos de los
hombres. Por consiguiente, lo que este
documento propone necesita ser actualizado cada
cierto tiempo.
FUNDAMENTACIÓN DOCTRINAL
5. El origen divino y
la dimensión trinitaria le confieren a la Iglesia características peculiares:
querida por Dios Padre, ha brotado del
costado abierto de su Hijo y se consolida por la
presencia y acción perenne del
Espíritu Santo hasta que llegue a la consumación definitiva
en la plenitud de los tiempos7.
Enviada por Dios a las gentes para ser “sacramento
universal de salvación”8, la Iglesia “es
toda ella misionera, y la obra de la evangelización es
deber fundamental del Pueblo de Dios”9.
A dicha tarea la Iglesia, sustentada, vivificada y
fortalecida por el Espíritu Santo, que
es “el protagonista principal de la misión”10, se siente
llamada con mayor urgencia en el
actual orden de cosas.
6. A los institutos religiosos, que “han
tenido hasta ahora y siguen teniendo la mayor parte en
la evangelización del mundo”11, el
Concilio “les exhorta a que sigan sin desfallecer con la
obra comenzada”12, y a que conserven “íntegramente
el espíritu misionero, adaptándolo,
según el carácter de cada instituto, a
las condiciones actuales, de suerte que se torne más
eficaz la predicación del evangelio a
todas las naciones”13.
7. El Espíritu Santo, por medio de sus
inspiraciones, mociones, dones y carismas, ha
suscitado, en y para la Iglesia, la
Orden de Agustinos Recoletos. Su nacimiento e identidad
carismática no tiene otro fin que
contribuir con su peculiar don a la misión salvífica de la
Iglesia: “Creemos que nuestro carisma
sigue vigente como inspiración para vivir y
proclamar en el mundo de hoy el
evangelio de Jesús”14.
CARÁCTER MISIONAL DE LA ORDEN
8. Nuestra Orden, como parte que es de
la Iglesia, es misionera por naturaleza15. Y lo es
también “por tradición y derecho de
herencia”16. San Agustín, cuya vida, como la de Jesús
y Pablo, fue vivir para los demás17,
manifiesta su oblación en escritos y sermones, y anima
a otros a hacer lo mismo18. Sus
palabras difunden por todas partes la fragancia del
conocimiento del Mesías19, y estimulan
a sus frailes a abrir, como él, su corazón a las
dimensiones del mundo. Quiere seguir
asumiendo con gusto y entusiasmo la actual
llamada evangelizadora de la Iglesia y
perpetuar así su larga y bendecida historia misional.
Esta fidelidad ha hecho fecunda la
vida misionera de nuestra Orden a través de la
historia20. Sus numerosos religiosos
que la han enriquecido con admirables testimonios,
incluido el martirio, constituyen
motivo de agradecimiento a Dios y estímulo para las
generaciones presentes y futuras21. El
carisma de la Orden hace al religioso un apóstol
generoso y eficaz, porque lleva dentro
de sí el amor, cuya esencia es dar y comunicar, cuyo
impulso natural es extenderse entre
los semejantes para robarlos a todos para Dios, para
Cristo22.
9. Nuestros religiosos, apenas unos
años después del nacimiento de la Recolección,
impulsados por la fuerza del Espíritu
y a ejemplo del celo pastoral que animaba a nuestro
Padre en el servicio de la Iglesia,
desplegaron con inusitada fuerza su acción
evangelizadora en Asia y América. Más
aún: en tiempos de crisis, persecución y casi
extinción, fueron las misiones
instrumento providencial de salvación desde donde resurgió
la Orden con nuevo ardor misionero.
Filipinas, Japón, Casanare, Chepo y Darién, Tumaco,
China, Taiwan, Lábrea, Marajó, Chota,
Bocas del Toro, Madera, Sarapiquí, Sierra Leona…
son nombres que resuenan en nuestros
oídos cargados de historia misionera. En las
misiones se santificaron santa
Magdalena de Nagasaki y san Ezequiel Moreno, los dos
únicos recoletos canonizados, así como
nueve de nuestros once beatos: Francisco de
Jesús, Vicente de San Antonio, Martín
de San Nicolás, Melchor de san Agustín, Vicente
Soler, León Inchausti, José Rada,
Vicente Pinilla y Julián Moreno. Y en las misiones
brotaron dos de las tres comunidades
de agustinas recoletas de vida activa que hoy
comparten nuestro carisma.
10. Nuestra Orden se empeña en
aquellos pueblos, grupos humanos y contextos socioculturales
que todavía no creen en Cristo, que
están alejados de Cristo y entre los cuales la
Iglesia no ha arraigado todavía23, y
cuya cultura no ha sido influenciada aún por el
evangelio24. En esos ámbitos de la
misión, la actividad misionera de la Orden debe
consistir en llevar el primer anuncio
evangélico a los no cristianos25; en buscar constituir e
implantar una Iglesia local
auto-suficiente, y en empeñarse por ir realizando una profunda
inculturación del evangelio
promoviendo los valores del reino26.
11. Todos los religiosos de la Orden
han de estar dispuestos a ejercer su apostolado en las
misiones. Aquellos que se sientan
especialmente llamados a este ministerio ofrézcanse
voluntarios a sus superiores. Y para
fomentar el crecimiento de la obra misionera e
integración del misionero en la
comunidad religiosa a él asignada, procúrese que la
estancia de éste en la misión revista
cierta estabilidad27.
IDENTIDAD DEL MISIONERO AGUSTINO
RECOLETO
12. En virtud de nuestra específica
consagración como Agustinos Recoletos, las misiones
encomendadas a nosotros por la Iglesia
deben llevar la impronta específica de nuestro
origen fundacional: en ellas deben
resplandecer el anhelo contemplativo, la dimensión
comunitaria y fraterna, el fervor
apostólico, fruto del amor difusivo de la caridad, y las
observancias peculiares expresadas y
vividas por nuestros mayores28.
Espiritualidad
13. Como la santidad es “presupuesto
fundamental y una condición insustituible para realizar la
misión salvífica de la Iglesia”29, el
misionero agustino recoleto debe dejarse guiar por el
Espíritu, encarnar el misterio de
Cristo y amar a la Iglesia y a los hombres.
14. La espiritualidad misionera del
agustino recoleto se concreta, entre otras cosas, en los
siguientes rasgos:
* Es un hombre que ama a Dios sin
condición, viviendo en comunidad de hermanos30, que
escucha la Palabra de Dios31, que
conversa continuamente con Cristo32, y "es apóstol
generoso y eficaz, porque lleva dentro
de sí el amor, cuya esencia es dar y comunicar, cuyo
impulso natural es extenderse entre los
semejantes para robarlos a todos para Dios, para
Cristo"33, especialmente a los
más pobres y necesitados34.
* Es un hombre de seguimiento radical
de Cristo, que "es la regla suprema y el camino que
hay que seguir según el evangelio y
dentro de la Iglesia"35.
* Es un hombre enamorado del reino36 a
estilo de Cristo que vino a anunciarlo y llevarlo a
plenitud.
* Es un hombre enviado. “Como el Padre
me envió, también yo os envío”37.
* Es un hombre fraterno y de rica
interioridad, conocimiento vital y profundo de Dios y
autoconocimiento y aceptación
personal, que es llamado a ser, en la sociedad actual,
pedagogo de interioridad, constructor
de comunidad y solidario con los hermanos. Amante del
diálogo, vive en la sencillez y
comprensión.
* Es un hombre revestido de audacia y
espíritu de universalidad como Jesús, que sale de la
comodidad de las orillas para vivir el
evangelio en tierra extraña. “Vayamos a otra parte, a los
pueblos vecinos, para que también allí
predique; pues para eso he salido”38. Así nos lo
enseña el propio Cristo, “el cual,
siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual
a Dios, sino que se despojó de sí
mismo…”39.
* Es un hombre impregnado de amor a
María, que permaneció fiel e intensamente agradecida
a la acción de Dios en su vida,
proclamando así la supremacía del reino a través de toda su
existencia. Por ello, si la piedad a
María es auténtica, “anima siempre a orientar la propia vida
según el espíritu y los valores del
Evangelio”40.
* Es un hombre abierto a la realidad
que le toca vivir acomodándose a todos los tiempos y a
todos los hombres41, dispuesto a
recibir y dar, escuchar, preguntar y compartir; dejarse
evangelizar; aceptar sus limitaciones,
buscar a Dios en todo y en todos, y mantener el espíritu
comunitario y de pertenencia a la
orden y comunidad que le envió.
15. Los misioneros tengan en gran
estima y observen la vida común, formando una familia
congregada en nombre del Señor, de
acuerdo con el carisma de la Orden. “No viva
habitualmente un solo religioso en
ningún centro misional sino que, en cuanto sea posible,
moren tres religiosos por lo menos,
para salvaguardar así la vida común e irradiar más
eficazmente la acción pastoral”42.
16. Procure el superior urgir el
cumplimiento de las obligaciones de la vida religiosa, insistiendo
principalmente en la asistencia a los
retiros anuales y en las observancias peculiares que
nos recuerdan las Constituciones, para
conseguir la perfección de la caridad del misionero
y el bien espiritual de la misión43.
17. En espíritu de renovación y
sentido de adaptación, elaboren nuestros misioneros el Ordo
Domesticus, teniendo en cuenta las
condiciones del lugar y las exigencias del
apostolado44.
18. Por ello, toda la vida del
misionero debe estar imbuida de espíritu apostólico, y toda la
acción apostólica informada de
espíritu agustino recoleto45.
Formación
19. La fidelidad, vivencia y
perseverancia generosa del misionero dependen, en gran parte, de
la formación espiritual, doctrinal y
pastoral que se debe recibir en el período inicial de
formación y en los períodos
posteriores de la vida apostólica.
20. Como preparación inmediata al
trabajo misional, proporcióneseles a los futuros misioneros
la oportunidad de aprender el manejo
siquiera elemental de la lengua del país donde
trabajarán, y la de comprender la
situación socio-política de éste, así como su cultura,
historia y tradición. Esto facilitará
tanto su inserción personal como la inculturación del
evangelio46.
Además, cúidese en quienes han de ser
enviados para la misión, el aprendizaje de unos
rudimentos básicos y su formación
práctica en alguna manualidad útil para la misión.
Instrúyanse también en el recto uso y
administración de los bienes tanto de la misión como
los propios de la Orden.
21. La evangelización no puede
prescindir, hoy en día, de los medios de comunicación social,
por lo que, en la formación pastoral47,
“se debe procurar que algunos de los misioneros
sean formados para usar los medios
técnicos y de comunicación social, pues por su gran
importancia para la formación y la
cultura, contribuyen en gran manera a la acción pastoral
de la Iglesia”48.
22. La formación espiritual, doctrinal
y pastoral debe continuar durante toda la vida y
fortalecerse en períodos especiales: “los
superiores reúnan en tiempos determinados a los
misioneros para que éstos se vigoricen
en la esperanza de la vocación y se renueven en el
ministerio apostólico”49. Cada
religioso busque la manera de participar en los congresos y
encuentros misioneros organizados por
la Orden y la provincia para mantener y avivar su
formación y espíritu misioneros.
Es muy conveniente que algunos,
después de cierto tiempo de experiencia pastoral en la
misión, sean destinados a estudios de
especialización en institutos apropiados50.
ACTIVIDAD MISIONAL
Evangelización: Testimonio y Anuncio
evangelización y apremio para
implantar el reino de Dios entre los hombres52. Así pues,
“los misioneros vivan íntegramente,
según el carisma de la Orden, la perfección evangélica
que profesan, persuadidos de que ésta
es la mejor forma de apostolado ante las gentes y
prenda incomparable de espiritual
fecundidad”53.
24. “El anuncio tiene la prioridad
permanente en la misión”
54. Al testimonio, al que
repetidamente alude la Iglesia, debe
seguir la proclamación valerosa de una predicación
viva55 que “tiene su fundamento en la
potencia de Dios”56. “Sí, siempre es indispensable
la predicación, la proclamación verbal
del mensaje”57. La Iglesia no puede renunciar jamás
a la proclamación salvadora que Cristo
mismo encarna con su muerte y resurrección.
Implantación de la Iglesia local
25. Con ayuda de los medios adecuados,
los misioneros agustinos recoletos, identificados con
Cristo y sintiéndose vinculados a su
misión de enviados del Padre, edifiquen una Iglesia
local auto-suficiente58, con su vida
ejemplar, con su caridad y con el ministerio de la
Palabra, buscando ser “un solo corazón
y una sola alma”59. En comunión con los pastores
contribuyan al misterio de la
salvación60.
26. La implantación de la Iglesia
local tiene comienzo y desarrollo gradual61 y conlleva todo un
proceso de crecimiento por etapas
sucesivas. Por lo tanto, se debe instaurar en todas
nuestras misiones una pastoral propia
de catecumenado, no sólo en lo que se refiere a la
exposición de los dogmas y preceptos,
sino también al ejercicio de las costumbres
evangélicas y la práctica de los ritos
sagrados, señalando el camino para que los
catecúmenos “sean introducidos en la
vida de la fe, de la liturgia, y de la caridad del Pueblo
de Dios”62.
27. Para dar mayor impulso a la
propagación de la fe y de la Iglesia, sírvanse de catequistas
nativos, animándolos y preparándolos a
la acción misional. Los más idóneos podrían ser
instituidos de forma estable en los
ministerios eclesiales de lector y acólito e incluso ser
llamados a ejercer el orden del
diaconado permanente63. Y para atender a una formación
religiosa y pastoral más completa,
organícense cursos y ábranse escuelas de religión o
catequética.
La misión evangelizadora de la Iglesia
se enriquece de enorme potencialidad, si da cabida
en su seno al pluriforme servicio de
otros ministerios laicales, tales como animadores de la
oración y del canto, cristianos
consagrados a la proclamación de la palabra o a la asistencia
a los enfermos, ministros
extraordinarios de la sagrada comunión, líderes de las pequeñas
comunidades o responsables de diversos
movimientos apostólicos, cuyo ejemplo e
irradiación prestan una valiosa
vitalidad y estimulan el crecimiento de la comunidad
28. Para configurar la Iglesia y
lograr una cooperación más eficaz con la jerarquía, es necesario
promover cristianos laicos que, con
una adecuada formación, con madurez y serios
compromisos pastorales, trabajen para
conseguir el crecimiento y desarrollo de la fe en la
Iglesia local65.
29. Como el fin principal de la acción
misionera es la implantación de la Iglesia local, tengan los
misioneros sumo empeño en suscitar
vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada66.
Por su contribución preclara a la
edificación del Cuerpo de Cristo y su estima aun en las
religiones no cristianas, es muy
loable que nuestros misioneros contribuyan a establecer
institutos de vida contemplativa en la
Iglesia local67. Y recuerden que el testimonio de su
propia vida es una invitación a
abrazar la vida religiosa68.
30. Toda comunidad misionera
agustino-recoleta debe adoptar las medidas necesarias para
dar a conocer, erigir, asesorar y
animar en ella la fraternidad seglar agustino-recoleta69.
Ella puede ser escuela de formación y
eficaz impulsora de la actividad misional.
PROMOCIÓN INTEGRAL DEL HOMBRE
31. El Espíritu Santo, como hizo con
Jesús, impulsa a la Iglesia local a conocer de cerca70, a
respetar y amar a las personas entre
las que vive. Y consiguientemente, a considerar su
cultura y problemas como lugares
teológicos donde el Padre deja oír su Palabra, y la
comunidad eclesial ejerce la
evangelización y promueve el desarrollo integral de las
personas mediante la inculturación de
la fe71.
Siempre ha de tenerse muy en cuenta la
estrecha conexión que existe entre el mensaje
liberador y la promoción del hombre,
según se desprende de las enseñanzas evangélicas,
de modo que ni aquél se reduzca a
iniciativas meramente políticas o sociales, ni ésta olvide
los principios iluminadores que
facilitan el auténtico crecimiento del hombre72.
32. Los misioneros, sabiendo que el
amor es “la fuerza y criterio de la misión”73 y que la
“Iglesia, para cumplir la misión que
Cristo le ha encomendado, ha de proyectarse hacia
situaciones y hacia hombres concretos”74,
deben empeñarse en todas las obras benéficosociales
que contribuyan al desarrollo integral
de los hombres y mujeres a los cuales
evangelizan. Entre esas actividades,
se deben cuidar especialmente las que se refieren a la
defensa de la vida, la salud, el
trabajo, la protección de la familia y la educación, ya que son
unos instrumentos privilegiados de
apostolado75.
33. Los misioneros contribuyan a
difundir cada vez más el reino de la justicia y de la caridad
educando a los fieles en la doctrina
social de la Iglesia, opten por acompañar
preferentemente a los pobres y más
necesitados y “cooperen con espíritu de concordia y
mutua caridad con las autoridades
civiles, pero de ningún modo pacten con injusticias, ni se
mezclen con asuntos puramente
políticos o en intereses de partido que puedan impedir o
incluso anular su ministerio”76.
Inculturación
34. “Al desarrollar su actividad
misionera entre todas las gentes, la Iglesia encuentra diversas
culturas y se ve comprometida en el
proceso de inculturación”77; por eso, los misioneros
agustinos recoletos deben cuidar de no
presentar el evangelio como el medio para ir
haciendo desaparecer antiguas
creencias y costumbres, sino como la sublimación de
cuanto existe de bueno en las mismas y
como germen de unidad y de paz entre los
pueblos78.
35. Estímense en mucho las diversas
manifestaciones de la religiosidad popular, que, entre
otros valores, refleja la sed de Dios
de los pobres y sencillos, y contiene en sus culturas “las
semillas del Verbo”. Traten los
misioneros, con paciencia, caridad pastoral y una sabia
pedagogía evangelizadora, de percibir
sus riquezas interiores, orientarlas para evitar
desviaciones, y entenderlas como un
camino especial que lleva al verdadero encuentro con
Dios en Jesucristo79.
36. Siendo el principal medio de
comunicación el trato directo con el pueblo80, deben los
misioneros integrarse en el grupo
humano en el que viven, estimar la cultura y el patrimonio
de las gentes entre las que trabajan,
adaptarse generosamente a las costumbres y
condiciones de los pueblos,
participando en los diversos asuntos y relaciones de la vida
humana y familiarizándose con sus
tradiciones nacionales y religiosas81.
37. Sería de desear que, para mejor
adaptar la predicación misionera a la mentalidad de los
pueblos que se evangeliza, hubiese en
cada región un centro informativo para facilitar a los
misioneros los conocimientos
necesarios sobre la historia, sociología y religión de esos
mismos pueblos82. Téngase especial
cuidado en que exista en ese centro un servicio
bibliográfico sobre las cuestiones
ecuménicas y las religiones del entorno.
Diálogo Ecuménico e Interreligioso
38. En la actividad misionera la
Iglesia tiene conciencia de su unidad y de su identidad83. La
búsqueda de la unidad con las
distintas confesiones cristianas y religiones no cristianas
constituye uno de los aspectos más
característicos de la historia cristiana
contemporánea84.
Por tanto, atentos a los signos de los
tiempos, los misioneros deben participar con la
oración, la palabra y la acción en las
iniciativas ecuménicas y diálogo interreligioso, para
que todos los hombres lleguen a formar
un solo rebaño bajo un solo Pastor85.
Medios de Comunicación
39. La misión tiene hoy nuevos
areópagos que han adquirido capacidad de difusión universal.
De ellos deben servirse los misioneros
para mayor y más eficaz irradiación del evangelio.
A
los medios de comunicación social ha
de llegar la presencia eficaz del evangelio y ellos
mismos deben ser usados en provecho de
la evangelización86.
COOPERACIÓN Y ANIMACIÓN MISIONERA
40. “Es necesaria una radical
conversión de la mentalidad para hacerse misioneros, y esto vale
tanto para las personas como para las
comunidades”87. La toma de conciencia sobre la
propia responsabilidad misionera en el
tiempo actual, de parte de personas, instituciones y
comunidades, depende de una profunda
renovación interior, que debe traducirse en la
Orden en convicciones, decisiones y
compromisos concretos.
41. Todas las comunidades de Agustinos
Recoletos deben promover las iniciativas que
estimulen la conciencia misionera;
para ello, promuevan jornadas de reflexión, paraliturgias
misionales mensuales y la celebración
del día anual de las misiones88. A través de los
medios de comunicación social den a
conocer la vida, trabajos, sufrimientos y proyectos de
nuestros misioneros.
"La cooperación misionera se
expresará principalmente en la promoción de las vocaciones
misioneras que constituyen un elemento
indispensable. La promoción de las vocaciones
misioneras representa el corazón de
toda cooperación misionera"89.
42. Incumbe a cada comunidad
agustino-recoleta, principalmente a las dedicadas al ministerio
de la formación, suscitar las
vocaciones misioneras e incentivar entre los jóvenes la
inquietud por las misiones, ser para
sí y para la Iglesia local de la que es miembro, un
centro de animación y espiritualidad
misionera. Mediante este servicio la comunidad vive su
carisma y ayuda al Pueblo de Dios a
enriquecer su fe90.
43. Inmensas posibilidades se abren a
la misión con la participación dinámica, constante e
incisiva del apostolado laical91; para
ello se ha de promover su formación y unirlo a
nuestros trabajos apostólicos; es
deseable que se constituyan voluntariados con carácter
asociativo, lo cual redundará en bien
de la misión92.
44. Los misioneros agustinos recoletos
pidan al Padre que mande obreros a su mies y
despierte la conciencia misionera en
la Iglesia local, en la que trabajan. Recuerden que
ejercen su ministerio también enviando
información y comentarios, tanto a las
publicaciones de la Orden como a otros
medios eclesiales de animación misionera93.
45. Como expresión de la universalidad
de la misión salvífica de la Iglesia94 y en comunión de
caridad, nuestra Orden ha de favorecer
la cooperación interprovincial, facilitando el envío
de misioneros cualificados y de
diversa nacionalidad que ayuden a implantar el mensaje
evangélico en los lugares de misión de
las provincias más necesitadas95. Enseña la
experiencia que así se engrandece la
posibilidad de la inculturación de la comunidad
misionera.
46. Créense nuevas relaciones de
cooperación y fortalézcanse los vínculos de fraternidad ya
existentes con nuestras hermanas
agustinas recoletas, especialmente en el campo del
apostolado misionero y la promoción
vocacional96.
GOBIERNO
47. “El prior provincial establezca en
cada territorio de misión un superior religioso, dotado de
todas las facultades necesarias o
útiles para ejercer el gobierno. Igualmente, nómbrese un
superior en cada centro misional”97.
Haya entre ellos una frecuente y fraterna
comunicación.
48. Al obispo, como rector y centro de
unidad, le compete custodiar la fidelidad a la vocación
religiosa98 y a él están sometidos los
religiosos en el ejercicio del apostolado99. Asimismo,
colaboren los misioneros generosamente
con los sacerdotes seculares y comunidades
religiosas que trabajan en la
misión100.
49. En todas nuestras misiones deben
establecerse convenios escritos, que favorezcan la
aceptación recíproca y la comunión
fraterna entre la Orden y la Iglesia local101, y regulen
las relaciones entre la primera y los
obispos. Para asegurar una colaboración continua y
fructuosa entre las dos partes,
detállense cuidadosamente en dichos convenios los
derechos y obligaciones de ambas
partes en las esferas carismática, pastoral y económica.
Estos convenios determinen en
particular lo referente al número de misioneros, sustento,
viajes, asistencia médica y otros
asuntos.
50. Pertenecen a la Orden las
propiedades adquiridas con fondos propios y las que los
misioneros obtengan con su propio
trabajo102, salvo que el convenio acuerde otra cosa.
Asimismo pertenecen a la Orden los
bienes que le regalen, pues siempre se ha de salvar la
voluntad del donante. De la misión es,
en cambio, lo que ella adquiera con fondos cuyo
propietario no es la Orden.
Para mayor claridad, esfuércense los
religiosos por orientar la voluntad del donante, de
modo que quede suficientemente clara,
y los bienes y limosnas se destinen a la finalidad
que se busca103.
51. Compete al Prior General y su
Consejo, asesorados por el secretariado general de
apostolado, la revisión y
actualización del presente Estatuto.
52. Vigilen los superiores el
cumplimiento de estas disposiciones, y no sean fáciles a la
concesión de dispensas.
Encomendamos a la maternal y
consoladora presencia de María, Reina de los Apóstoles y
Estrella de la Evangelización, este
renovado deseo de servicio a la Iglesia.
Bibliografía:
1
“Encarga el 49º Capítulo General al Prior General con su Consejo que elabore
unos Estatutos Generales de Misiones
debidamente
actualizados”, en Acta Ordinis Augustinianorum Recollectorum 18-19 (1980) 253.
El Secretariado General de
Apostolado
fue elaborando durante los años 1981-1982 el material básico. El Consejo
General en sesión del 14 de junio
de 1983
los aprobó con carácter experimental. Posteriormente, el Capítulo General del
1986 expresó: “Complacido con
la
publicación de los Estatutos Generales de las Misiones, el Capítulo encarece su
estudio y cumplimiento y urge que,
en su
aspecto práctico, se completen convenientemente…” AO 21 (1986) 35. La necesidad
de su definitiva redacción y
aprobación
vuelve a ser expresada por los dos últimos Capítulos Generales en sus
ordenaciones 18 y 15.1,
respectivamente,
AO 27 (1992) 363, y AO 34, (1999).
2 “La
misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse.
A finales del segundo milenio
después
de su venida, una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se
halla todavía en los comienzos
y que
debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio”, RM 1.
3 “Id,
pues, y haced discípulos a todas las gentes”, Mt 28, 19a. “Id por todo el mundo
y proclamad la buena nueva a
toda la
creación,” Mc 16, 15b.
4 Hch 1,
8b. El Padre Mariano Gazpio (1899-1989), hombre de Dios y misionero en China,
formador de frailes y
conocedor
amoroso de las Escrituras, decía de él que era el mejor libro de misionología.
5 RM 69 y
VC 81.
6 Cf.
Francisco Moriones, “Carácter Apostólico del carisma agustiniano”,
Espiritualidad Agustino-Recoleta, III, Madrid
1993.
7 Jn 19,
34; LG 2-6.
8 AG 1,
LG 48b, EN 14, RM 9.
9 AG 35; VC 9b; EN 14; Eccl. in Asia 42; CL 23; RM 3;
Const. 289.
10 D et V 42; RM 21 y 24; Eccl. in Asia 17.
11 AG 40;
RM 69; Carta Apostólica “Los caminos del evangelio”, n°. 24; CIC, c. 783.
12 AG 40.
13 PC 20;
AG 40.
14 51º
Capítulo General, “Mensaje del Capítulo General”, AO 27 (1992) 347.
15 AG 2 y
6.
16 Const.
290.
17 2 Cor
5, 14-15; Conf. 10, 70; En. in ps. 103 s. 1, 16: PL 37, 1349; cf. Jesús DIEZ.,
“Dimensión misionera del carisma
agustino
recoleto”, en Recollectio 15 (1992) 5-24.
18 Cf.
Victorino CAPANAGA: “Algunos aspectos misionales de la antropología agustiniana”, en
Contribución Española a
una
Misionología Agustiniana, Burgos 1955, 119-127; Serafín PRADO: “El
tema misional en la predicación de san
Agustín”,
Ib. 101-110; FLORES, R.: “Condiciones y sentido de la teología misionera de san
Agustín”, Ib. 128-139.
19 2 Cor 2, 14.
20 RM 69; VC 19d; Const. 290.
21 Const.
7.
22 Ser
90, en Obras completas de san Agustín. Vol X: Sermones (BAC 441), Madrid (1983)
577-591; Const. 23.
23 AG 6c;
RM 34.
24 EN
18-20; RM 34. 37-38.
25 RM 37.
26 AG 6,
nota 17; Const 290.
27 RM 65.
28 EN 69;
VC 81; Const. 294-296.
29 LG 39-41; CL 17; RM 87-90
30 Const. 6, 14, 22.
31 PC 6b; VC 94; Const. 76.
32 Const. 11.
33 Const. 23.
34 Ex 3, 7-8; Const. 26, 46, 57.
35 Const. 10; Cf. 142.
36 Mt 13, 44-45; LG 9b; RM 12-15; Cf. Const. 289-290.
37 Jn 20, 21; VC 22c.
38 Mc 1, 38.
39 Fil 2, 7.
40 Eccl. in Am. 11.
41 Cf. Const. 22.
42 PC 15; ES 2, 25; Const. 295.
43 RM 90.
44 Const. 98.
45 PC 8.
46 RM 52-54.
47 Puebla 1964; Eccl. in Am. 72.
48 IM 13; AG 26; Const. 322.
49 AG 24.
50 AG 26.
51 RM 42;
VC 33.
52 EN 69;
CIC, c. 673.
53 EN 69;
Const. 294.
54 EN 27;
RM 65.
55 Rom
10, 14.17.
56 1 Cor
2, 5.
57 EN 22. 42.
58 RM 45.
49.
59 Hech
4, 32.
60 AG
24-25.
61 AG 6.
62 AG 14; EN 22; RM 49; Const. 298.
63 AG 17; CL 23; Eccl. in Am. 44; Eccl. in Af. 91;
Eccl. in As. 22; CIC, c. 785.
64 EN 73;
Instrucción sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles en
el sagrado ministerio de los
sacerdotes, 1997, art. 5-13; Eccl. in Am. 44.
65 AG 21; Santo Domingo 103; RM 71-74; Eccl. in Afr.
90; Eccl. in As. 45; Const. 298.
66 AG 15-18; Eccl. in Am. 40; Eccl. in Af. 94; Const.
158.
67 AG 40; RM 69a; Eccl. in Asia 44.
68 AG 15,
18; PC 24; Const. 159.
69 52º Capitulo
General 7, 2, b; 15, 3, a; Const. 114.
70 Jn 2,
25.
71 RM 54.
72 AG 12;
EN 30-33; RM 59; Santo Domingo 107-109.
73 RM 60.
74 Puebla
74.
75 AG 12; Santo Domingo 75; VC 96; Eccl. in Afr.
102-103; Eccl. in Am. 71; Eccl. in As. 32-41.
76 GS 76; AG 11-12; 25-26; EN 20. 32. 35; Const. 299.
77 RM 52; Eccl. in Am. 70; Eccl. in Afr. 55-71.
78 AG
8-9; EN 79.
79 EN 48;
Eccl. in Am. 16.
80 EN 46.
81 AG 11; Eccl. in As. 21-22; Const. 299.
82 AG 26.
83 AG 3.
84 EN 77.
85 UR 4; Const. 321.
86 IM 13-25; EN 45; VC 96; RM 37; C. 761; Eccl. in Am.
72; 52º Cap. Gen. 15, 3b.
87 RM 49.
88 CIC, c. 791, 3°.
89 RM 79.
90 VC 103.
91 CL 28.
92 CL 29.
93 Mt. 9, 38.
94 LG 13.
95 RM 66-67.
96 MR 50; VC 50-52.
97 Const. 300.
98 MR 28.
99 CIC, c. 678, §1.
100 AG 30; CD 35; MR 37; Const. 301.
101 AG 32; CIC, c. 790, §1,2; Cod. Adic. 302.
102 CIC,
c. 668, §3.
103 CIC,
c. 1267, §3.