José Luis Garayoa,
misionero agustino recoleto español, secuestrado en 1998 por los rebeldes en
guerra civil que asoló Sierra Leona, volvió al país africano el 29 de
septiembre de 2005 para trabajar en la misión de Kamabai. Desde entonces se ha
esforzado por evangelizar y servir a uno de los pueblos más pobres del mundo.
"He estado a 5 segundos de ser fusilado. Y, sin embargo, si me preguntas con qué me quedo de todo aquello te diría que con la sonrisa de los niños."
P- ¿Qué queda en la memoria y en tu corazón del secuestro de hace diez años? R.- Fueron días duros. Días en los que solo te sostenía la fe. Días en los que pedíamos a Dios que nos matasen de un disparo y no cortándonos en pedacitos. A partir de esos días aprendí a relativizar más los problemas y las cosas. Aprendí que puedes perder todo lo externo, todos tus recuerdos, pero que nadie te puede robar tu interior. Por ejemplo, me robaron la alianza de matrimonio de mi madre, pero nunca su cariño. Y, sobre todo, aprendí lo que significa sentirte absolutamente indefenso en las manos de Dios. De ese Dios a quien amaba sobre todas las cosas a pesar de haberle fallado una y mil veces. De un Dios que nos quitaba el miedo y nos hacia vivir el día a día con esperanza. Siempre dije que Sierra Leona no me había dejado dolor, sino nostalgia. Nostalgia de volver. He visto con mis propios ojos cometer atrocidades impensables en un ser humano. He estado a 5 segundos de ser fusilado. Y, sin embargo, si me preguntas con qué me quedo de todo aquello te diría que con la sonrisa de los niños. Todo viajero en este país queda prendado de ella. Y, si te asomas a sus ojos, sólo ves esperanza. Regreso P.- ¿Por qué has vuelto a Sierra Leona? R.- Una de las tantas promesas que le hice a Dios en esos días fue que si salía vivo del secuestro, dedicaría no menos de 5 años de mi vida a ayudar al pueblo de Sierra Leona. De las otras promesas mejor no hablo porque necesitaría media docena de conventos de monjas de clausura para rezar todo lo que yo prometí rezar y no he cumplido. Luego te das cuenta de que cuanto más sirves, mas te enriqueces. Al final, no sabes si tu deuda disminuye o aumenta, porque son muchas más las bendiciones. Incluso más joven me siento. Y, lo que es más importante, todavía ilusionado con mi ser religioso. Nunca lo había estado tanto antes. Podría decirte que, mientras se tenga capacidad de soñar, la edad biológica nada tiene que ver con la edad psicológica. Que la misión rejuvenece. Lo que pasa es que uno no se lo termina de creer hasta que lo vive. Incluso puedo entenderlo. P.- ¿Qué destacarías de los tres años que llevas en una misión tan pobre? R.- Alguien podría pensar que lo más destacable son las 9 malarias, y 4 tifoideas contraídas, pero no. Eso se arregla con “artesunate” y “amodiaquina”. Para mí, lo más importante es el descubrir lo que dije antes: que cuanto más te das, más recibes. Pero descubrirlo en primera persona, no en los libros. Descubrir que los que se creen ricos no lo son tanto, y que hay muchos pobres con tesoros escondidos en el alma. Vaya, en definitiva, descubrir que el Evangelio es verdad. Te puedo asegurar con toda sinceridad que el vivir con los más pobres tiene más de maravilloso que de heroico.
”Te puedo asegurar con toda sinceridad que el vivir con los más pobres tiene más de maravilloso que de heroico.”Líderes analfabetos P.- ¿Cuáles son vuestros proyectos de evangelización? R.- Por fin, la gran pregunta. Lo he dicho mil veces porque así lo siento: Evangelio significa buena noticia, y dar una buena noticia no es sólo enseñar a rezar (que también lo hacemos), sino dar cultura al que tiene hambre de cultura, y pan al que tiene el estomago vacío. Nada más aterrizar en Sierra Leona puedes darte cuenta de que la necesidad básica de su gente es educación y salud. Se nos morían los niños a racimos (las estadísticas dicen que 4 de cada 10), y nos partía el alma. Algo teníamos que hacer, y lo hicimos: buscar la cooperación exterior para dar atención médica y medicinas gratuitas. Es difícil enseñar a quien no sabe leer y escribir. Para que os hagáis una idea, el 99% de nuestros líderes son analfabetos. En cada correría apostólica debo explicar el evangelio de 4 semanas con ejemplos sencillos y fáciles de memorizar. No pueden tomar apuntes, ni leer, pero luego deberán explicar en sus comunidades lo aprendido. Les hago repetir mil veces lo que les expliqué, pero no quiero ni pensar en qué quedará el mensaje que ellos anuncien a su pueblo. Supongo que Dios les iluminará. Así que no nos quedó más remedio que comenzar un programa de becas para facilitar, especialmente a la mujer, el acceso a la educación secundaria. Nuestros catequistas no son, como ellos mismos dicen, “sacramental people” (capaces de recibir la eucaristía), porque sus relaciones de pareja no son las más apropiadas. Baste decir, como ejemplo, que el líder cristiano de Kamayeh tiene sus tres mujeres cantando en el coro y que me organiza unas procesiones que envidiaría cualquier pueblo de mi tierra. Sabemos a dónde queremos ir, y deseamos seguir los consejos del primer Sínodo de la diócesis de Makeni, pero todavía nos queda un largo camino que recorrer. Las diferencias culturales son abismales y tenemos que acercarnos a su cultura como a terreno sagrado, descalzándonos los pies, para desde allí cristianizar y anunciar la Buena Nueva de Jesús de Nazareth. Pequeños milagros P.- ¿Qué ayuda recibís los misioneros del exterior para realizar tan importante labor humanitaria? R.- Nada de lo logrado hubiese sido posible sin la ayuda exterior. Una de las sorpresas personales más grandes ha sido el ver cómo el blog que escribo ha desatado una ola solidaria en lugares tan dispersos de España como Extremadura, Valladolid, Madrid, Navarra, Cádiz, Málaga, Murcia, Zaragoza. Muchas veces me planteé dejar de escribir porque me parecía demasiado simple nuestra vida como para ser contada. Incluso quería evitar el que alguno, que siempre los hay, viese en el blog un afán protagónico. Ahora, simplemente escribo como un servicio más y como una vía de comunicación con tanta gente enganchada a nuestros proyectos. Concretamente te diría que desde nuestro Colegio San Agustín de Valladolid ya han salido 5 contenedores con ayuda humanitaria. El alma de esos envíos es el P. Juan Luis González, al que he tenido la dicha de recibir hace un par de semanas en Kamabai, y que ha sido testigo del bien que se puede hacer cuando se pone el corazón en la mano. Liza, Yamasita para los amigos, acaba de aterrizar en Madrid para estudiar 5 años en la Universidad CEU San Pablo. Conseguimos una increíble beca que hizo posible nuestro sueño: el que nuestra gente pudiese realizar estudios superiores en el extranjero. Liza es de Kakola, una pequeña aldea, y la Asociación de ex alumnos del Colegio San Agustín de Valladolid le pagó dos años de universidad en Sierra Leona. Ahora es un símbolo: si ella lo hizo, ¿por qué yo no? En octubre, y gracias a la generosidad de la Junta de Extremadura, llevaré conmigo a España a un niño de 4 años para ser operado de los pies. El fuego se los destrozó, pero con una cirugía reconstructiva podrá volver a caminar. Otro milagro más. Repito: nada podría hacer sin vosotros.