miércoles, 28 de septiembre de 2011

TESTIMONIO DESDE SIERRA LEONA




José Luis Garayoa, misionero agustino recoleto español, secuestrado en 1998 por los rebeldes en guerra civil que asoló Sierra Leona, volvió al país africano el 29 de septiembre de 2005 para trabajar en la misión de Kamabai. Desde entonces se ha esforzado por evangelizar y servir a uno de los pueblos más pobres del mundo.

"He estado a 5 segundos de ser fusilado. Y, sin embargo, si me preguntas con qué me quedo de todo aquello te diría que con la sonrisa de los niños."

P- ¿Qué queda en la memoria y en tu corazón del secuestro de hace diez años? R.- Fueron días duros. Días en los que solo te sostenía la fe. Días en los que pedíamos a Dios que nos matasen de un disparo y no cortándonos en pedacitos. A partir de esos días aprendí a relativizar más los problemas y las cosas. Aprendí que puedes perder todo lo externo, todos tus recuerdos, pero que nadie te puede robar tu interior. Por ejemplo, me robaron la alianza de matrimonio de mi madre, pero nunca su cariño. Y, sobre todo, aprendí lo que significa sentirte absolutamente indefenso en las manos de Dios. De ese Dios a quien amaba sobre todas las cosas a pesar de haberle fallado una y mil veces. De un Dios que nos quitaba el miedo y nos hacia vivir el día a día con esperanza. Siempre dije que Sierra Leona no me había dejado dolor, sino nostalgia. Nostalgia de volver. He visto con mis propios ojos cometer atrocidades impensables en un ser humano. He estado a 5 segundos de ser fusilado. Y, sin embargo, si me preguntas con qué me quedo de todo aquello te diría que con la sonrisa de los niños. Todo viajero en este país queda prendado de ella. Y, si te asomas a sus ojos, sólo ves esperanza. Regreso  P.- ¿Por qué has vuelto a Sierra Leona? R.- Una de las tantas promesas que le hice a Dios en esos días fue que si salía vivo del secuestro, dedicaría no menos de 5 años de mi vida a ayudar al pueblo de Sierra Leona. De las otras promesas mejor no hablo porque necesitaría media docena de conventos de monjas de clausura para rezar todo lo que yo prometí rezar y no he cumplido. Luego te das cuenta de que cuanto más sirves, mas te enriqueces. Al final, no sabes si tu deuda disminuye o aumenta, porque son muchas más las bendiciones. Incluso más joven me siento. Y, lo que es más importante, todavía ilusionado con mi ser religioso. Nunca lo había estado tanto antes. Podría decirte que, mientras se tenga capacidad de soñar, la edad biológica nada tiene que ver con la edad psicológica. Que la misión rejuvenece. Lo que pasa es que uno no se lo termina de creer hasta que lo vive. Incluso puedo entenderlo.  P.- ¿Qué destacarías de los tres años que llevas en una misión tan pobre? R.- Alguien podría pensar que lo más destacable son las 9 malarias, y 4 tifoideas contraídas, pero no. Eso se arregla con “artesunate” y “amodiaquina”. Para mí, lo más importante es el descubrir lo que dije antes: que cuanto más te das, más recibes. Pero descubrirlo en primera persona, no en los libros. Descubrir que los que se creen ricos no lo son tanto, y que hay muchos pobres con tesoros escondidos en el alma. Vaya, en definitiva, descubrir que el Evangelio es verdad. Te puedo asegurar con toda sinceridad que el vivir con los más pobres tiene más de maravilloso que de heroico. 






”Te puedo asegurar con toda sinceridad que el vivir con los más pobres tiene más de maravilloso que de heroico.”
Líderes analfabetos  P.- ¿Cuáles son vuestros proyectos de evangelización? R.- Por fin, la gran pregunta. Lo he dicho mil veces porque así lo siento: Evangelio significa buena noticia, y dar una buena noticia no es sólo enseñar a rezar (que también lo hacemos), sino dar cultura al que tiene hambre de cultura, y pan al que tiene el estomago vacío. Nada más aterrizar en Sierra Leona puedes darte cuenta de que la necesidad básica de su gente es educación y salud. Se nos morían los niños a racimos (las estadísticas dicen que 4 de cada 10), y nos partía el alma. Algo teníamos que hacer, y lo hicimos: buscar la cooperación exterior para dar atención médica y medicinas gratuitas. Es difícil enseñar a quien no sabe leer y escribir. Para que os hagáis una idea, el 99% de nuestros líderes son analfabetos. En cada correría apostólica debo explicar el evangelio de 4 semanas con ejemplos sencillos y fáciles de memorizar. No pueden tomar apuntes, ni leer, pero luego deberán explicar en sus comunidades lo aprendido. Les hago repetir mil veces lo que les expliqué, pero no quiero ni pensar en qué quedará el mensaje que ellos anuncien a su pueblo. Supongo que Dios les iluminará.  Así que no nos quedó más remedio que comenzar un programa de becas para facilitar, especialmente a la mujer, el acceso a la educación secundaria. Nuestros catequistas no son, como ellos mismos dicen, “sacramental people” (capaces de recibir la eucaristía), porque sus relaciones de pareja no son las más apropiadas. Baste decir, como ejemplo, que el líder cristiano de Kamayeh tiene sus tres mujeres cantando en el coro y que me organiza unas procesiones que envidiaría cualquier pueblo de mi tierra. Sabemos a dónde queremos ir, y deseamos seguir los consejos del primer Sínodo de la diócesis de Makeni, pero todavía nos queda un largo camino que recorrer. Las diferencias culturales son abismales y tenemos que acercarnos a su cultura como a terreno sagrado, descalzándonos los pies, para desde allí cristianizar y anunciar la Buena Nueva de Jesús de Nazareth. Pequeños milagros  P.- ¿Qué ayuda recibís los misioneros del exterior para realizar tan importante labor humanitaria? R.- Nada de lo logrado hubiese sido posible sin la ayuda exterior. Una de las sorpresas personales más grandes ha sido el ver cómo el blog que escribo ha desatado una ola solidaria en lugares tan dispersos de España como Extremadura, Valladolid, Madrid, Navarra, Cádiz, Málaga, Murcia, Zaragoza. Muchas veces me planteé dejar de escribir porque me parecía demasiado simple nuestra vida como para ser contada. Incluso quería evitar el que alguno, que siempre los hay, viese en el blog un afán protagónico. Ahora, simplemente escribo como un servicio más y como una vía de comunicación con tanta gente enganchada a nuestros proyectos.  Concretamente te diría que desde nuestro Colegio San Agustín de Valladolid ya han salido 5 contenedores con ayuda humanitaria. El alma de esos envíos es el P. Juan Luis González, al que he tenido la dicha de recibir hace un par de semanas en Kamabai, y que ha sido testigo del bien que se puede hacer cuando se pone el corazón en la mano.  Liza, Yamasita para los amigos, acaba de aterrizar en Madrid para estudiar 5 años en la Universidad CEU San Pablo. Conseguimos una increíble beca que hizo posible nuestro sueño: el que nuestra gente pudiese realizar estudios superiores en el extranjero. Liza es de Kakola, una pequeña aldea, y la Asociación de ex alumnos del Colegio San Agustín de Valladolid le pagó dos años de universidad en Sierra Leona. Ahora es un símbolo: si ella lo hizo, ¿por qué yo no?  En octubre, y gracias a la generosidad de la Junta de Extremadura, llevaré conmigo a España a un niño de 4 años para ser operado de los pies. El fuego se los destrozó, pero con una cirugía reconstructiva podrá volver a caminar. Otro milagro más. Repito: nada podría hacer sin vosotros. 


”Siempre oí decir que éramos una Orden eminentemente misionera. Si esto es verdad debieran sobrar voluntarios para el trabajo de primera línea.”Entusiasmo misionero  P.- Como agustino recoleto, qué posibilidades y necesidades destacarías para la misión evangelizadora. ¿Cómo vivís la vida comunitaria? R.- Siempre oí decir que éramos una Orden eminentemente misionera. Si esto es verdad debieran sobrar voluntarios para el trabajo de primera línea. Algo nos está pasando cuando preferimos la seguridad y la comodidad al riesgo y a la aventura. Y hablo de la vida en aventura desde la perspectiva de fe. Necesitamos gente entusiasta por la misión. Gente que se comprometa al menos por un tiempo prudencial y no por 7 u 8 meses. No se pueden hacer planes de futuro cuando los miembros de una comunidad cambian constantemente. Entiendo cambios por motivos de salud, pero no por falta de coraje para aceptar las limitaciones de la vida misionera.  No quiero ser crítico con nadie. Simplemente manifiesto lo que siento y lo que veo. Aquí, como en ningún otro sitio, podemos decir que la mies es mucha y los trabajadores pocos, y ya creciditos. ¿Qué significa vivir en comunidad? ¿Rezar juntos? ¿Tomar café juntos? ¿Ver la televisión juntos? Quiero ser sincero: nunca antes como ahora he vivido menos junto a mi compañero, pero tampoco nunca como ahora había sentido auténtica hambre de estar con él. Hacemos lo imposible por alimentar tanto el cuerpo (arroz) como el alma (oración) juntos. Y lo extrañamos cuando esto no es posible. Hasta hace poco ha sido posible el cumplir la letra de las Constituciones viviendo en comunidad tres personas: Manuel, Jamer y un servidor. Pero tanto Manuel como yo nos hemos sentido siempre unidos a la Orden y orgullosos de nuestra pertenencia a ella, a pesar de ser sólo dos. El obispo  P.- ¿Cómo es vuestra relación con el obispo y la diócesis de Makeni? R.- Reconozco que siento debilidad por George Biguzzi desde los días de mi secuestro. Se comportó como un autentico pastor en busca de sus ovejas, y a mí me ganó para siempre. Es más, me cuesta imaginar la diócesis sin él. Por lo demás, creo que el cariño es mutuo y sincero porque le atendemos dos comunidades importantes: Kamalu y Kamabai, y hasta ahora no le hemos dado quebraderos de cabeza. Voluntarios laicos  P.- ¿Podrías explicar la colaboración de los voluntarios en los últimos años? R.- La colaboración ha sido tal que nos hemos visto obligados a hacer reservas con un año de antelación. Marcos Portillo, está colaborando con nosotros un año haciendo un estudio serio de nuestras escuelas. Nos han visitado durante tres semanas tres odontólogas: Chelo, Maite y Carmen. Fruto de la visita ha sido la donación de un pozo de agua por parte del Colegio de Odontología de Málaga. Irene Moya, ingeniera agrícola, anda en estos momentos levantando un invernadero. Carlos y Aurora estudiaron las aguas y jugaron con los pikines (niños). Y así sucesivamente. Curiosa fue la visita del Alcalde de Viana, Navarra, para inaugurar la escuela que donó su pueblo. Vino acompañado de mi sobrina Laura, periodista. Ahora anda consiguiendo tractores por la Ribera de Navarra.  P.- ¿Cómo se puede colaborar con la misión de Kamabai y Kamalo? R.- Económicamente apoyando nuestros proyectos, y religiosamente apoyándonos a nosotros con vuestra oración y cariño. Y, aunque parezca increíble, en estos momentos necesitamos más lo segundo que lo primero. No somos mejores que nadie, ni mas heroicos, simplemente vivimos nuestra vocación agustino-recoleta donde la Iglesia nos ha pedido. Y lo hacemos con ilusión renovada cada día. Pero también nos cansamos y nos frustramos ante tanto dolor y tanta miseria. Un simple correo electrónico, una palabra de aliento, hace que nos sintamos menos solos y que nuestro sentido de pertenencia a la Orden se robustezca.  P.- ¿Qué dirías a los agustinos recoletos y a todos los que se acercan al sitio web de la Orden? R.- Me da pudor dar consejos, porque los he necesitado y los sigo necesitando mil veces. Simplemente que aquí, en este rinconcito del mundo, es un honor el tener un solo corazón y una sola alma dirigidas hacia Dios. Y que nuestro trabajo lo realizamos con ilusión gracias al apoyo de todos vosotros. Y que si alguien se siente tocado especialmente para ofrecerse como voluntario, sería un honor el contar con su ayuda. 

Inaugurada una nueva iglesia en la misión de Taiwan



El  26 de septiembre del 2008 se inauguró la Holy Cross Chapel en la pequeña localidad de San He, perteneciente al municipio de Machia, en Taiwan. El reverendo Peter Liu, D. D., obispo de la diócesis de Kaohsiung, presidió una misa junto a otros 16 sacerdotes para consagrar la capilla.




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El acto de inauguración comenzó con el tradicional corte de la cinta frente a la fachada de la iglesia por el obispo que iba acompañado de Larry Garces, secretario de la Provincia de San Ezequiel Moreno, y del párroco agustino recoleto Arsenio Escabusa. Para simbolizar su apertura formal, el obispo Liu entregó las llaves de la iglesia al P. Arsenio Escabusa. El Obispo golpeó tres veces las puertas de forma simbólica, y seguidamente el sacerdote abrió las puertas. Tras el obispo, los sacerdotes y numerosos fieles accedieron al templo.
 

El obispo Liu pronunció una breve homilía en chino, en la que enfocó el significado y la importancia de la cruz de Jesús en la vida humana. El prelado hizo énfasis en el papel de la cruz como símbolo último del amor de Dios por la humanidad y recalcó que “es una señal de identificación verdadera de cristianismo”.
 Tras las palabras del obispo Liu, un sacerdote indígena de Paiwan se dirigió a los fieles en su lengua nativa. 





Antes de la bendición final, el P. Corvin Maturan, OAR, en nombre del prior provincial de San Ezequiel Moreno, agradeció la presencia del obispo Liu y de los vecinos de San He. Estos, una vez terminada la ceremonia, agasajaron al prelado entregándole un traje típico de la zona.

Marajó, evangelizando los ríos




En la cuenca amazónica de Brasil, concretamente en la desembocadura del colosal río Amazonas, se encuentra la misión de Marajó, donde la provincia de Santo Tomás de Villanueva está dando lo mejor de sí, continuando una larga historia de evangelización, en la construcción del Reino de Dios, en la mayor isla fluvial del mundo. La prelatura de Marajó fue creada por el papa Pío XI el 14 de abril de 1928, con el motu proprio “Romanus Pontifex”. Actualmente Marajó tiene unos 310.000 habitantes y una extensión territorial aproximada de 80.000 km².




La prelatura de Marajó fue creada por el papa Pío XI, el 14 de abril de 1928, con el motu proprio “Romanus Pontifex”.Marajó, más que una isla, es un archipiélago. Son cientos de islas y de ríos. Por ejemplo, una de ellas, la isla Caviana, tiene aproximadamente 100 Km. de largo por 50 Km. de ancho. Aquí existe una exuberancia de agua y de selva. Sus innumerables ríos son las carreteras y el medio normal de transporte son las embarcaciones. De las 9 parroquias de la misión, 7 tienen su propio barco para realizar los trabajos pastorales en las comunidades eclesiales de base diseminadas por la selva.  Desde que su primer obispo, monseñor Gregorio Alonso, tomara posesión de la misión en Soure el 19 de octubre de 1930, después administrada por monseñor Alquilio Alvarez, hasta el día de hoy, que está siendo gobernada por monseñor José Luis Azcona, también agustino recoleto, mucho camino se ha recorrido, muchos objetivos han sido alcanzados, si bien es verdad que todavía queda mucho por hacer, hasta que Marajó llegue a ser una Iglesia particular, capaz de caminar con sus propios pies. Haciendo un poco de historia, quiero recordar que la Santa Sede entregó a los cuidados de la provincia de Santo Tomás de Villanueva esta misión de Marajó, tres años después de que la misma provincia recibiera la Misión de Lábrea. Este hecho habla mucho a favor del espíritu misionero que existía en la provincia y que debe continuar vivo, contribuyendo así a esa rica historia misionera de la Orden. Es innegable el gran número de misioneros aquí enviados y el importante trabajo pastoral que fue realizado y continúa realizándose.  Podíamos dividir la historia de la prelatura de Marajó en dos etapas. La primera etapa va desde su creación hasta 1977. Y la segunda, desde ese año hasta nuestros días. ¿Por qué el año 1977 divide en dos períodos la historia de Marajó? ¿Qué aconteció de extraordinario en ese año? Fue la entrada en Marajó de esa brisa agradable que son las comunidades eclesiales de base. 1930–1977, las “desobrigas”  Los misioneros desde el primer momento tuvieron que enfrentarse a muchas dificultades. Fue para ellos un gran desafío encontrarse con la inmensidad de los ríos, la espesura de la selva, la dureza del clima, la pobreza, las enfermedades tropicales, el analfabetismo del pueblo, etc. Comenzaron su trabajo pastoral al estilo de la época: catequesis, predicación y sacramentos. Podíamos decir que era una Iglesia que daba prioridad a la administración de los sacramentos. Los misioneros no permanecían en la sede de los centros de misión, esperando que el pueblo llegase allí. Ellos se sentían también enviados a ese pueblo disperso por la selva de cuya salvación debían preocuparse.  Inspirados en la parábola del buen pastor, los misioneros iban hasta ese pueblo perdido en la inmensidad de los ríos y de la selva, realizando las famosas “desobrigas”, en las que los fieles recibían los sacramentes y quedaban libres del peso de la obligación de recibirlos anualmente. El pueblo católico que vivía en la selva esperaba a los misioneros en puntos ya establecidos habitualmente. Normalmente los encuentros eran realizados en las casas de familias amigas y colaboradoras con los misioneros, que acogían con mucho cariño a los padres y al pueblo. Los fieles llegaban navegando por los ríos en pequeños barquitos a remo, aguantando el sol, la lluvia, las tormentas, el hambre y otras cosas más. Y los misioneros se enfrentaban a dificultades todavía mayores, ya que los viajes duraban bastantes meses. El medio en el que viajaban los primeros misioneros era el barquito a remo. Posteriormente incorporaron la vela, siendo ya ayudados por el viento.  Aquí en Marajó, durante los seis meses de las lluvias, llueve mucho. Durante los meses secos del verano el sol es muy fuerte. Cada viaje que los misioneros realizaban estaba rodeado de muchos peligros. Imaginemos el sufrimiento del misionero enfermo, que se encuentra a muchas horas de distancia de la ciudad. Los misioneros que trabajaron en Chaves tuvieron que desafiar también la “pororoca”, las fuertes marejadas del Amazonas, etc. Los actuales misioneros reconocemos con gran admiración la vida heroica de los misioneros de la primera época de las “desobrigas”. Ahora nuestros barcos son más confortables y seguros. En los dos centros de misión en que no se utilizan los ríos para el trabajo pastoral, las carreteras han mejorado bastante. Las ciudades están mejor dotadas, en cuanto a médicos, medicinas, etc. Y también los peligros son menores. 1977–2009, comunidades de base  ¿Y por qué se llaman comunidades eclesiales de base? ¿Cuál es el significado de esas palabras? Pues bien, son comunidades porque sus miembros realizan la convivencia y la participación. Ellos se reúnen, se conocen, viven la fraternidad cristiana, comparten, se sienten amigos. Ponen en común su fe, sus talentos, su tiempo. Se ayudan y caminan juntos. Son eclesiales, porque se sienten Iglesia, Pueblo de Dios. Viven en comunión con los pastores. Celebran los sacramentos. Se sienten comunidades misioneras, enviadas para evangelizar. Son comunidades de base, porque sus miembros son personas humildes del pueblo. Muchos de ellos son “caboclos”, analfabetos, gentes sin cultura, pero con una gran sabiduría que les permite conocer el misterio de Dios. En ellas no existe discriminación por ningún motivo. Cada comunidad étnicamente hablando es como un arco iris: una mezcla de colores diferentes en una maravillosa armonía de aceptación, entendimiento y comunión. Todos encuentran un espacio para opinar, realizar trabajos, descubrir los propios talentos y colocarlos al servicio de los hermanos. Como nos dicen los obispos de América Latina y del Caribe: “En las pequeñas comunidades eclesiales tenemos un medio privilegiado para la nueva evangelización y para conseguir que los bautizados vivan como auténticos discípulos y misioneros de Cristo” (AP 307). 


     Iglesia de Afuá.Justicia, denuncia y martirio  Este hecho, pastoralmente muy importante, aconteció como consecuencia de la reforma posconciliar. Por ese año los padres Jesús Cizaurre y Juan Antonio González implantaron las comunidades eclesiales de base en Afuá. Inmediatamente las otras parroquias: Breves, Portel, Anajás, etc. abrieron sus puertas a las comunidades. Con ellas entraron en Marajó aires renovados de vida eclesial. Era una forma diferente de ser Iglesia.  Las comunidades estaban ya extendiéndose con mucha fuerza por América Latina, teniendo el concilio Vaticano II como fuente de inspiración. Y al mismo tiempo presentaban a la Iglesia como Pueblo de Dios, en la que los seglares iban descubriendo el importante lugar que tienen en la Iglesia, con todos sus derechos y deberes. Era como una vuelta a los orígenes, a las raíces.  Era la Iglesia como aparece en el libro de los Hechos de los Apóstoles: una Iglesia-comunidad. Las comunidades expresan una Iglesia más fraterna, alimentada con la palabra de Dios y con la Eucaristía y presente en la vida social. Una Iglesia misionera y profética, que anuncia y denuncia. Y por eso una Iglesia perseguida, bañada en la sangre de muchos mártires. Una Iglesia en la que los mismos seglares ocupan su espacio, siendo muy sensible a los valores de la fraternidad, de los derechos humanos, la justicia y la paz. Y una Iglesia con una opción preferencial por los pobres. Del “yo” al “nosotros”  Este modelo de Iglesia, fundamentado en las comunidades, corresponde a esa Iglesia soñada por Jesús, en la que la fraternidad es un valor muy importante. Es un tipo de Iglesia diferente. No es la Iglesia del yo, sino la Iglesia del nosotros. No es la Iglesia, en la que yo procuro salvarme. Es la Iglesia en la que procuro salvarme junto a mis hermanos, la Iglesia en la que cada uno se empeña con la salvación de los otros. La Iglesia en la que todos sus miembros actúan en el mundo como discípulos y misioneros de Jesús. No es la Iglesia en la que los seglares son espectadores de los trabajos, sino la Iglesia en la que los seglares son protagonistas y asumen sus propias responsabilidades. Y las parroquias no sólo son lugares de culto, sino también escuelas de fe y de evangelización. Son también familia en la que todos se sienten hermanos y viven como hermanos.  De esta forma cada parroquia intenta ser una comunidad de comunidades. O sea, una gran comunidad, porque en ella funcionan pequeñas comunidades. Pues bien, la vivencia comunitaria es uno de los ejes que deben ser procurados en la Iglesia, siguiendo las palabras de los obispos brasileños: “Nuestros fieles procuren comunidades cristianas, donde sean acogidos y valorados como hermanos. Es necesario que nuestros fieles se sientan realmente miembros de una comunidad eclesial y corresponsables en el crecimiento de la misma. Esto les proporcionará un mayor compromiso y entrega a la Iglesia” (Ap 226 b). Todos los misioneros que trabajan en Marajó tienen la satisfacción de declararse convencidos y entusiastas de las comunidades eclesiales de base, cuyo número aproximado actual es de 500. Clero nativo 





Después de 79 años de duro trabajo pastoral en Marajó, muchas metas se han conseguido y otras muchas faltan por conseguir. A pesar de que son muchas las dificultades, los misioneros son conscientes de que el desafío es muy grande y este trabajo que debe ser realizado por todos no puede parar. Hoy la misión camina con paso firme para que un día no muy lejano sea elevada a diócesis. Para lo cual ocupan un papel importante los dos seminarios que funcionan en la prelatura. El seminario menor está en Soure, que es la sede episcopal, y cuenta este año con 11 seminaristas. Y el seminario mayor funciona en Belém con 7 seminaristas. 


Además la prelatura cuenta con un candidato que ya acabó los estudios eclesiásticos y está esperando ser ordenado diácono. Asímismo está organizada la pastoral vocacional con un padre dedicado exclusivamente a este trabajo. A partir del año 1990, en el que fue ordenado el primer sacerdote nativo, el peso de la evangelización está siendo llevado conjuntamente por los agustinos recoletos y los sacerdotes diocesanos. Actualmente la prelatura cuenta con 10 sacerdotes diocesanos y diez agustinos recoletos que atienden 9 parroquias y los seminarios menor y mayor.  Poco a poco los sacerdotes diocesanos aumentan y van asumiendo parroquias. El pasado mes de abril la Orden de Agustinos Recoletos entregó al obispo la parroquia de Afuá, por la que han pasado a lo largo de 63 años 30 misioneros recoletos. Hasta hace poco más de una década todas las parroquias eran administradas por los agustinos recoletos. Ahora la realidad es diferente. Lo cual es una buena noticia, porque justamente esa es la finalidad de la misión: llegar a ser una Iglesia particular bien constituida, capaz de caminar con sus propios pies, capaz de ser conducida por sacerdotes nativos en su mayoría. A pesar de que las cosas están bien encaminadas, todavía tienen que pasar algunos años para que esto suceda.  La vida religiosa también está presente en Marajó. Además de los agustinos recoletos, trabajan aquí las Agustinas Misioneras, las Hermanas de la Providencia de GAP, las Hermanas de Santa Ana y las Hijas de la Divina Gracia. También están presentes en Marajó varias comunidades de vida de la Renovación Carismática.  

Misión de Casanare




Es la misión más antigua de las que ahora tiene la Orden de Agustinos Recoletos. Casanare, en la región oriental de Colombia, conocida popularmente como Los Llanos Orientales, es uno de los 32 departamentos del país y se encuentra a 387 kilómetros de la capital, Bogotá. Ocupa el 4% del territorio colombiano y cuenta con una población que ronda los 300.000 habitantes. Desde 1662, los agustinos recoletos desarrollan su tarea de evangelización, haciendo frente a las enormes dificultades de una de las zonas de Colombia más castigadas por la pobreza y la violencia armada.



Es la misión más antigua de las que ahora tiene la Orden de Agustinos Recoletos.Son casi cuatro siglos anunciando el evangelio a los fieles en una de las regiones más problemáticas de Colombia. El resultado de esa labor ha propiciado que en la actualidad esta misión cuente con dos comunidades en la diócesis de Yopal –la capital- y cuatro en el vicariato apostólico de Trinidad –un municipio-.
 

Cada comunidad cuenta con tres religiosos aproximadamente. Todos los centros de misión están ubicados en los municipios más importantes: Yopal, Paz de Ariporo, Maní, Orocúe, Trinidad, a excepción de Bocas del Pauto que es un corregimiento de Trinidad.
 

Conviviendo con la pobreza y la violencia 

La misión se enfrenta en la actualidad a varias situaciones de riesgo evidentes:
 

- La violencia de los grupos alzados en armas.
- La pobreza de algunos sectores, especialmente los más alejados de los cascos urbanos.
 
- La aparición de algunas sectas cristianas que confunden a las personas.
 
- La falta de preocupación de los sectores políticos.
 
- El constante abandono en que se tiene el departamento, especialmente el territorio del vicariato de Trinidad.
 

A pesar de todo, existen aspectos positivos como la cultura religiosa del pueblo casanareño, el apoyo incondicional de las autoridades eclesiásticas y, lo más esencial, la gratitud de las personas por la ayuda espiritual brindada, que contribuyen a que los religiosos puedan realizar su labor y a que la misión siga adelante.
 

Logros conseguidos 

Durante los casi 400 años de trabajo de los frailes agustinos recoletos, los hitos más importantes que se han conseguido en la misión son los siguientes:
 

- El establecimiento de nuevas parroquias, especialmente en lugares donde hay concentración de fieles numerosa.
 

- A falta de un número considerable en cada comunidad local de la misión, la vinculación de los laicos en la labor misionera ha sido de gran importancia para la atención de sectores marginales, especialmente en los tiempos litúrgicos fuertes, además del apoyo que brindan algunas parroquias de Bogotá.
 

Se ha considerado desde hace algunos años la misión como un sitio en el cual los nuevos pastores, aportan su juventud y vitalidad, lo que ha producido frutos gratificantes en las personas que ven las parroquias como centros vivos de experiencia cristiana
 

- El acercamiento de los religiosos como representantes de la Iglesia Cristiana Católica a las diferentes clases de ideologías y contextos de personas que se tienen en el territorio.
 

- El afianzamiento de la dimensión misionera de la Orden, como un aspecto de vital importancia para el objetivo por el cual se han consagrados los religiosos, anunciar el evangelio en servicio a los demás fieles.
 

                                                 

La misión de Los Llanos se inició hacia el año 1662.
Testimonios desde la misión 

Fray Sergio Orlando Gerena
“Esta experiencia ha marcado mi corta vida religiosa y sacerdotal”
 

La experiencia misionera es un aspecto que ha marcado mi corta vida religiosa y sacerdotal. Me ha permitido convivir con personas de otra cultura, adquiriendo así nuevos elementos útiles para mi labor apostólica. No obstante, una de las dificultades más importantes es la cantidad de personas que no tienen la posibilidad de recibir nuestra visita o la de un misionero, dado el reducido número de personas laicas que se comprometen a realizarlas y los pocos religiosos que vivimos aquí. Aun así, con la ayuda de otros frailes de la comunidad, intentamos prestar atención a las necesidades espirituales, y en ocasiones materiales, que están a nuestro alcance.
 

Fray Ángel Córdoba
“La misión es una bonita escuela donde Cristo es el primer maestro”
 

Después de tantos años de trabajo misionero en esta zona, es muy gratificante la experiencia ya que no sólo se desarrolla una labor de administración, sino que cada uno de los que nos encontramos aquí debemos tender al encuentro con las personas. Ellas nos brindan la oportunidad de mucho aprendizaje para la vida sacerdotal y religiosa, en especial en las visitas a las veredas y la preparación a los sacramentos de personas que viven un poco lejos de la parroquia. Es interesante que en estas circunstancias como religiosos aprendamos a mirar en las personas el rostro de Cristo necesitado; en casos concretos de nuestro sitio de misión, con individuos que pertenecen a grupos al margen de la ley colombiana, quienes piden apoyo para salir de ello. Lo más importante es que se llegue a considerar la misión como una bonita escuela donde Cristo es el primer maestro, y los religiosos los colaboradores.
 

Laicos “Con los agustinos recoletos vivimos la experiencia de Dios desde otra perspectiva” 

Contar con sacerdotes agustinos recoletos es muy gratificante para todos nosotros, ya que nos permite tener una experiencia de Dios desde otras perspectivas, como es la vida de los santos agustinos. Los sacerdotes que están con nosotros son personas que ayudan al crecimiento de la fe de todas las personas, especialmente por su entrega en los apostolados y la atención a lugares lejanos de la parroquia.
 

Casi cuatro siglos de idas y venidas 

La misión de Los Llanos se inició hacia el año 1662, cuando por disposiciones de la Iglesia y el presidente de la Audiencia de esa época, se determinó la división del departamento en cinco distritos, de los cuales cada orden existente en el territorio se hiciera cargo. Los agustinos recoletos asumieron la zona delimitada por los ríos Upía y Cusiana, en la parte suroccidental del departamento.
 

Sin embargo, a pesar del trabajo desplegado en esta época, los religiosos que acudieron a este nuevo reto se encontraron con persecuciones y acusaciones, al igual que las demás comunidades religiosas, que protagonizaron colonos ambiciosos, injustos y explotadores de las personas oriundas del departamento, que no soportaban que los misioneros los defendieran.
 

Después de la expulsión de los jesuitas en 1767 y del retiro de los capuchinos en 1795, los agustinos recoletos tuvieron un papel más importante en la evangelización de este departamento. Además, los indígenas trabajaban incansablemente por el avance urbanístico, ayudados de los misioneros.
 

Posteriormente, el número de los religiosos fue disminuyendo de forma alarmante, hasta el punto de no tener personal suficiente para la asistencia plena de la misión. De tal manera que en 1855 salieron los últimos misioneros, afortunadamente no por mucho tiempo.
 

En la segunda mitad del siglo XIX la Iglesia colombiana sufrió mucho a causa de las leyes anticlericales dictadas por el gobierno colombiano, de tal manera que la provincia quedó a punto de morir, hasta que fue restaurada por la labor de un grupo de religiosos que llegó al país, encabezados por el padre Ezequiel Moreno.
 

Con este santo religioso se da un giro a la intervención de los agustinos recoletos en las misiones de Casanare, retomándose desde 1890 hasta la actualidad. En 1893 el Papa León XIII desprendió el territorio de Casanare de la diócesis de Tunja, constituyéndolo vicariato apostólico de Casanare, teniendo como primer obispo al padre Ezequiel Moreno. En 1992, Juan Pablo II canonizó a este obispo agustino recoleto y lo propuso como modelo de evangelizador.
 

Luego, dando un paso agigantado en la historia, en el año 2000 se divide este vicariato y se crea la diócesis de Yopal y el vicariato de Trinidad, nombrando como obispo al padre Héctor Javier Pizarro Acevedo, y la provincia queda nuevamente encargada de este territorio de misión.
 

Desde entonces la misión ha tenido avances muy significativos, tanto para la experiencia religiosa de los frailes como para las personas que se sienten beneficiadas por el trabajo pastoral desarrollado en tantos años.
 

El trabajo misionero de los agustinos recoletos en Casanare ha sido muy bueno, ya que se ve el fruto en el interés de muchas personas por vivir su religión. Sin embargo, se estima que falta mucho más trabajo para que la fe católica siga en crecimiento en estos momentos tan difíciles que pasa la Iglesia.
 


Anexo 

Las misiones en Casanare antes, en y tras la independencia



Casanare, que descubierta y colonizada gracias a la búsqueda del famoso “Dorado”, contó con presencia de Iglesia desde el siglo XVI y entró en proceso de misión alrededor del año 1628 con el arribo de los primeros jesuitas, cuya labor se extendió hasta el año 1750. Con la salida de los jesuitas llegaron tiempos difíciles para colonos e indígenas, especialmente para estos últimos, ya que los grandes defensores de los pueblos aborígenes en América, eran precisamente los religiosos misioneros.

La independencia de Colombia coge en la escena eclesiástica de los llanos de Casanare a los frailes Agustinos Recoletos, cuya acción misionera se remonta al año 1662 teniendo como sede el conocido poblado de Santiago de las Atalayas. Dos son los grandes períodos que teniendo como referencia la emancipación vale la pena resaltar.

El primer período, que tiene como característica el florecimiento y auge, se enmarca entre los años 1750 y 1810 y comienza con la salida de los jesuitas y la consiguiente necesidad de misioneros para los llanos, la labor fue asumida en gran medida por los religiosos Agustinos Recoletos, quienes se lanzaron en la aventura de la fundación de nuevas poblaciones a orillas del río Meta y del actual Arauca con lo cual se ganaron el aplauso de muchos que como el virrey Caballero y Góngora alababa el “celo con que estos religiosos se dedican a aprender la lengua de los indígenas”, más tarde su sucesor José de Espeleta, también mostraría su admiración hacia el  trabajo de los frailes recoletos. 

En cuanto el segundo período, podríamos delimitarlo entre los años 1810 y 1830. Los religiosos que estaban en los llanos de Casanare no fueron ajenos al clima de división que se vivía por la encrucijada entre apoyar al rey o buscar la independencia. Lo cierto es que con el mítico grito de independencia las cosas comenzaron a cambiar y no para bien. Casanare que siguiendo el ejemplo de otras regiones nombró su junta patriótica que se pronunció en contra del gobierno virreinal, como era de esperarse del llamado “santuario de la emancipación”, también observó la división de los misioneros entre realistas y patriotas, con lo cual, las misiones comenzaron a convulsionar, ya que no fue extraño que los simpatizantes de la revolución la apoyaran con los bienes de la misión. Más tarde, el “Regimen del terror” como fue llamada la reconquista española (1816), asestó un duro golpe, cuando varios religiosos fueron desterrados, encarcelados o ejecutados; entonces los lugares de la misión se despoblaron, los templos se arruinaron y la sabana volvió a su estado primitivo. Después de 1819, la situación no sería mejor, paradójicamente mientras las autoridades de la nueva república hostilizaban y perseguían las misiones, exigían la continuidad de las mismas, los religiosos estaban diezmados en número y en bienes, pero es de admirar que con circunstancias tan adversas que hicieron salir de la escena misionera llanera a dominicos y franciscanos, los Agustinos Recoletos hubiesen sobrevivido.

No obstante lo desolado del panorama, la recolección agustiniana no abandonó la misión; con mucha precariedad, la comunidad religiosa permaneció en Casanare hasta 1861, cuando la estocada final de Tomás Cipriano de Mosquera aniquiló la presencia religiosa en Casanare, mas Dios escribe derecho con letras torcidas, suscitando nuevamente el ardor misionero de los Agustinos Recoletos que con San Ezequiel Moreno a la cabeza restauraron la cristianización del territorio desde 1890 y jalonaron el progreso de Casanare, que antes que el petróleo fue desarrollado por la labor de la Iglesia en las haciendas coloniales y ya en época republicana al ser constituido como el primer vicariato apostólico de Colombia (1893) lo que le llevó a gozar de relevancia en el panorama social colombiano.

En 2012 se cumplirán 350 años de la evangelización agustiniana en los llanos de Casanare; tres siglos y medio de la presencia de una comunidad religiosa que ha dejado su sudor en la sabana, sangre en sus ríos, pero especialmente la fe en su geografía humana; una familia religiosa que nació en nuestra patria y que en la independencia fue defensora y amiga de su precursor, Antonio Nariño, que dejo estampada la firma de uno de sus religiosos en el acta de independencia, que colaboró con sus bienes a la justa emancipadora, luego asistió los regimientos del ejercito republicano, aún el mítico batallón Colombia en el siglo pasado y asistió sacramentalmente al caudillo Jorge Eliecer Gaitán; una Orden religiosa que continúa su labor misionera en el Casanare, y en Colombia, luego de 400 años de existencia sigue anunciando que Cristo es el Señor.

De: Fr. Angel jahir Córdoba García, oar

sábado, 24 de septiembre de 2011

MISIONES EN BOCAS DEL TORO: PANAMÁ



JUNIO 2009. PANAMÁ.
Bocas del Toro: pobreza, dispersión y defensa indigenista
En la Costa Atlántica de Panamá, desde 1964, la Orden de Agustinos Recoletos tiene encomendada la atención pastoral de la misión de Bocas del Toro. En ella, junto a los pueblos indígenas, latinos y afros, doce misioneros se afanan por llevar la Buena Nueva de Jesucristo a los más de cien mil habitantes de estas tierras para quienes también fue revelado el evangelio de la Vida.
26-06-2009. OAR






 La Orden de Agustinos Recoletos tiene encomendada la atención pastoral de la misión de Bocas del Toro.Ni en la época de la Conquista ni en el periodo de la Colonización los españoles lograron asentarse de modo permanente en la región de lo que hoy es Bocas del Toro. Algo similar ocurrió con las misiones. Al cabo de casi tres siglos de sacrificios sin cuento quedaron reducidas a la nada y ya antes de que finalizara el período colonial la labor evangelizadora en estas regiones había quedado prácticamente abandonada. En la mayor parte de lo que actualmente es Bocas del Toro ni siquiera había comenzado.

«Esto es otro mundo», escribía un misionero que, a poco de llegar, iniciaba así el diario de sus experiencias: “Cuando uno de nosotros llega a Bocas del Toro, tiene la sensación de encontrarse en otro mundo, distinto del que conoció en la capital o en el interior de Panamá».



La prelatura de Bocas del Toro se halla situada al noroeste de la República de Panamá.La tierra

La prelatura de Bocas del Toro se halla situada al noroeste de la República de Panamá, sobre la costa atlántica y en el Mar Caribe, en plena zona tropical. Limita el norte con el Mar Caribe; al este, con la provincia de Veraguas; al sur, con la de Chiriquí y al oeste con la República de Costa Rica.

Su superficie es de 8.745 kilómetros cuadrados y está integrada por dos partes bien diferenciadas: la insular y la continental.

Las islas se agrupan en el Archipiélago de Bocas del Toro y suman un total de doscientos veinte kilómetros cuadrados, es decir apenas un 2,5 por ciento del total. Este archipiélago está constituido por nueve islas grandes, 51 cayos con nombres propios y multitud de islotes sin nombre.

La parte continental o tierra firme es la más importante, la que totaliza la mayor parte de la provincia (8.525 km2). Fuera de algunas llanuras costeras, son tierras muy quebradas y fragosas; cubiertas de grandes bosques de selva tropical, muy lluviosas, poco aptas para la vida humana y, por tanto, en gran parte deshabitadas.

El clima es tropical, muy húmedo, con temperaturas siempre por encima de los 22 grados centígrados, en las tierras situadas a menos de 500 metros de altitud, que son las más pobladas. El promedio de lluvias es de 3.500 milímetros cúbicos al año. Con cierta frecuencia violentos aguaceros provocan inundaciones y aislamientos y hacen más pobre aún la vida de estos pobres.





La población total de Bocas del Toro ronda las cien mil personas.Sus gentes

La población total de Bocas del Toro ronda las cien mil personas. Su densidad es de 10,6 habitantes por km2. Aún se mantiene muy por debajo del índice nacional panameño, que es de 30,7 habitantes por kilómetro cuadrado.

Administrativamente, la provincia está dividida en tres distritos o municipios: Bocas del Toro, Chiriquí Grande y Changuinola. La ciudad de Bocas del Toro es la capital, aunque no pasa de los 2.500 vecinos. El resto de la población vive dispersa o semidispersa, casi siempre en poblamiento lineal, a lo largo de las costas, de las quebradas y los ríos.

Sus gentes son variadas. No menos de cinco grupos humanos habitan en la provincia. Autóctonos unos, como los ngobes, los buglés y los teribes. Inmigrantes otros, como los kunas, los afroantillanos, los latinopanameños, los de origen centroamericano y varias minorías de diferente procedencia.

Cada grupo mantiene su individualidad histórica, sus costumbres, tradiciones, valores, pautas culturales, lenguas. Esto es válido, sobre todo, entre los indígenas y afroantillanos. Una gran parte habla, o al menos entiende, el castellano, que es la lengua oficial.

Apenas la mitad de la población es católica, con muy escasa formación religiosa y poca práctica religiosa, aun en los lugares de población urbana. Hay variedad de iglesias protestantes históricas, como metodistas, bautistas, episcopalianos, adventistas, todas ellas anteriores aquí a la Iglesia Católica. Tampoco falta la presencia desintegradora, más reciente, de las mil y una sectas evangélicas.

Un dicho popular afirma que en la ciudad de Bocas del Toro «hay más iglesias que cantinas». Y es verdad. Y no precisamente porque las cantinas sean pocas.



La prelatura de Bocas del Toro fue creada en octubre de 1962 y erigida oficialmente el 29 de febrero de 1964.La misión

La prelatura de Bocas del Toro fue creada en octubre de 1962 y erigida oficialmente el 29 de febrero de 1964. En ese día tomó posesión como su primer prelado monseñor Martín Legarra, y los agustinos recoletos se hicieron cargo de la atención pastoral de la prelatura por medio de la provincia de Nuestra Señora de la Consolación. La prelatura se halla dividida en cinco parroquias.

Muchas son las dificultades para el trabajo misionero; unas de tipo cultural otras de carácter material. Entre las primeras están las diferencias de valores y contravalores, las diversidades culturales entre tantos grupos humanos racialmente diferentes.

Entre las dificultades de carácter material, hay que destacar las distancias, la falta de caminos y vías de comunicación normales; la dispersión poblacional, el clima y la pluviosidad así como los terrenos quebrados.

La pobreza en que vive la mayor parte de la gente es compartida por los equipos misioneros. La iglesia local carece de recursos humanos, técnicos y económicos. Su pobreza también es de infraestructuras, destruidas en gran parte por los terremotos e inundaciones frecuentes.



Los pueblos indígenas constituyen mayoría entre la población de la prelatura.Evangelización inculturada

Los pueblos indígenas constituyen mayoría entre la población de la prelatura. Indígenas ngobe (guaymíes), principalmente; pero también indios naso o teribes, buglés o bokotás; sin olvidar a los kunas de la Bananera.

Convencidos de que «la Iglesia, para cumplir la misión que Cristo le ha encomendado, ha de proyectarse hacia situaciones concretas y hacia hombres concretos», la Orden ha optado por una Iglesia al servicio de los pueblos indígenas que, encarnada en cada cultura, camine hacia una auténtica indigenización.

En este sentido, se promueve la responsabilidad de los indígenas bautizados; se acogen sus inquietudes misioneras, se forman catequistas y se alientan las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa.

Algunas de las acciones de la misión consisten en: incorporar la lengua, las tradiciones, la historia, los símbolos de los pueblos indígenas a las celebraciones litúrgicas; así como recrear en las lenguas indígenas los elementos básicos del mensaje evangélico y de la doctrina cristiana. Apoyar a los pueblos indígenas con proyectos de concienciación y desarrollo; apoyar a sus autoridades y congresos propios; acompañarles en las demandas de sus derechos históricos.

Opción por los pobres



La Iglesia bocatoreña vive su misión entre unos hombres en situación de extrema pobreza: trabajadores bananeros, campesinos primitivos, humildes funcionarios, indígenas, afroantillanos... Pobres que, en muchos casos y aún situaciones, son también ancianos y enfermos.

Asimismo, las condiciones de vida de los equipos misioneros no difieren mucho de las de la mayoría de la gente, en una iglesia materialmente pobre.

Convencidos de que nuestro Dios es el Dios de la vida que quiere vida abundante para todos sus hijos, esta opción por los pobres lleva a los misioneros a trabajar con mucho afán por redimir la condición de miseria que Dios no quiere para sus hijos de estas tierras. De muchas formas y aprovechando las oportunidades que hoy existen para acceder a las ayudas para el desarrollo en la misión llevan a cabo diferentes proyectos que ayudan a mejorar poco a poco la calidad de vida de quienes aquí viven.

Opción por la familia

En un lugar tan complejo socialmente como Bocas del Toro: inmigración-emigración, diversidades culturales, deficiente educación y formación, pobreza, inseguridad laboral, desarraigo, ambiente fiestero, alcoholismo, machismo, drogas, pérdida de identidad cultural, es preocupante la situación de la familia. Familias incompletas, por desintegración o por no constitución; uniones pasajeras; familias dobles; madres y niños abandonados, en dramática situación.

Conscientes de que «la familia es imagen de Dios», la iglesia doméstica y célula básica de la sociedad, optamos por una pastoral familiar que promueva, anime y defienda los valores de la familia, según los planes de Dios. Apoyamos y fomentamos los Centros de Formación Familiar y Social.

En estos rincones del mundo, en los recovecos escondidos de un pequeño país istmeño que algunos quieren llamar puente del mundo, doce misioneros agustinos recoletos, mantienen vivo el carácter misionero de su familia religiosa compartiendo vida y afanes con los indígenas, afros y latinos que habitan estos parajes, descubiertos antaño por los colonizadores, pero todavía secretos y desconocidos para muchos.

Este es ciertamente otro mundo, otro mundo que los misioneros agustinos recoletos han hecho su mundo porque hicieron un día suya la vida de sus gentes.